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Carpintero con amor por la tradición

Julio César Zapico Alonso, licenciado en Historia, se estableció como ebanista y trabaja y reside donde antaño se ubicaba la escuela rural, que compraron sus padres

Julio César Zapico, a la entrada de su taller. ANA PAZ PAREDES

Si por algo tiene especialmente querencia Julio César Zapico Alonso es por la cultura popular y por la vida rural que conoció desde niño. "Yo nací en Langreo, pero siempre tiré para aquí. Mis padres son de Gozón, y de guaje pasaba mucho tiempo con mis abuelos. Mi abuelo y mi tío sabían algo de carpintería y les tocó la época en que había mucho trabajo con hórreos y paneras. Yo quedaba maravillado viendo trabajar a mi abuelo", recuerda Julio, que antes de dedicarse a lo que tanto vio trabajar en casa se licenció en Historia en la Universidad de Oviedo.

Tras acabar la carrera se presentó en dos ocasiones a las oposiciones: "No las saqué, pero reconozco que tampoco tenía entonces mucha motivación. Un día fui a un curso sobre la puesta en valor del patrimonio etnográfico y a partir de ahí empezó mi nueva etapa. Me apunté a varios cursos de carpintería, además de los que hice en los ayuntamientos de Gijón y de Avilés. Me concedieron ayuda Leader, con lo que pude comprar la maquinaria, y entonces mis padres compraron la vieja escuelina de Piedeloro, o lo que quedaba de ella, cuatro paredes y sin techo. Recuperamos lo que pudimos, le pusimos el tejado y lo convertimos en el taller de carpintería. Yo vivo, además, en la casa de la maestra", recuerda. Zapico reconoce que a él, como a todos los profesionales de su sector, la crisis le afectó cuando terminó el boom de la burbuja inmobiliaria, pero le puede la pasión que siente por su oficio y lo que disfruta al frente de su empresa, Carpintería La Escuela, en Piedeloro, para seguir adelante. No obstante, lamenta la presión a la que se ven sometidos los autónomos, "que nos pasamos la vida ganando para pagar. Si bien es verdad que yo prefiero ser mi propio jefe y eso implica lo bueno y lo malo, también me gusta trabajar con otros compañeros cuando se trata de construir o restaurar hórreos y paneras, una actividad que, también por la crisis, ha caído mucho".

Julio César, además de ser un experto en estas construcciones, también realiza trabajos en los que recupera la carpintería y ebanistería tradicional. "Ahora estoy arreglando el tejado de una panera y también el corredor de un hórreo. Hago todo tipo de arreglos en casas antiguas e incluso porches para otras nuevas. También hago muebles tradicionales, rústicos, además de otros artesanos, como maseras o arcas. También reparo muebles antiguos, por ejemplo, un arca del siglo XVIII la reparo sin problemas", matiza. El campo es vital para él. "Ni quiero ni puedo estar en otro sitio. Estoy donde quiero estar. Desde aquí ves el mundo de otra manera, con una perspectiva muy distinta a si estás metido entre calles. Yo me arreglo con poco, pero eso tampoco implica que me deje de fastidiar lo mucho que tenemos que currar los autónomos para ganar algo", concluye.

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