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El plan culete

La necesidad de una gran estrategia público-privada para dignificar y posicionar la sidra asturiana frente al empuje vasco

El plan culete

La última visita más o menos oficial de nuestros llagareros a Estados Unidos (EE UU) ha servido para confirmar lo que algunos ya venían alertando desde hace tiempo: la sidra vasca le está ganando la partida a la asturiana en los mercados internacionales sin haber estrenado siquiera la denominación de origen recientemente conseguida por los elaboradores guipuzcoanos. La sagardoa, que es como se conoce a la sidra en euskera, se come la "gran manzana" norteamericana a enormes mordiscos, mordiscos que serán aún más grandes en cuanto se comercialicen las primeras remesas acogidas a una denominación de origen de la que Asturias ya dispone desde hace una década. La competencia es dura y se sustenta en un buen producto, promocionado por los cocineros vascos más universales, en cuyos restaurantes jamás falta la sagardoa. Pese a ello, la sidra asturiana también lo tiene todo -y más- para triunfar en los mercados foráneos y convertirse en un referente internacional del Principado, relevante, incluso, para la captación de turistas. En los llagares se respira la necesidad de contar con una estrategia integral público-privada en torno a la sidra, que vaya desde la pomarada de Villaviciosa hasta Nueva York, pasando por el museo de Nava, el impulso a las investigaciones del Serida o la exportación del "modelo sidrería" que con tanto éxito han conseguido ya los vascos.

Con los guipuzcoanos más activos que nunca y con los focos de su denominación puestos en el ámbito internacional, fundamentalmente el de EE UU, el momento parece óptimo para que Asturias también active el "plan culete" que permita a su sidra dar el salto definitivo. Las bebidas artesanales y de bajo contenido alcohólico están de moda en todo el planeta y al frente del sector llagareru, con la denominación de origen ya asentada, se ha colocado una nueva generación de profesionales de alta cualificación dispuesta a comerse el mundo y consciente de que el futuro pasa por la máxima calidad, la innovación y la salida al exterior. No hay demasiado tiempo que perder para buscar un buen posicionamiento internacional, porque cuando se quiera reaccionar de verdad quizás sea ya demasiado tarde. Y ahora no lo es. Aludir a que hay poca producción o a la necesidad de que toda la sidra que se exporte sea elaborada con manzana asturiana seleccionada suena a simple excusa.

En nuestras manos está. Ojalá que el próximo toque de atención no sea cuando los vascos logren que su sidra sea declarada "patrimonio de la humanidad", proyecto incomprensiblemente abandonado por el Principado y por el que ya se han interesado en San Sebastián.

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