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Me quedo en el pueblo | La Cuendia

Un repostero que eligió las vacas

José Manuel Álvarez dejó su profesión para dedicarse a la ganadería, oficio que ya conocía de niño y al que ha vuelto en su pueblo de Proaza

José Manuel Álvarez Álvarez vive hoy donde se crió desde niño, en la casa de sus abuelos y padres en La Cuendia, un barrio del pueblo de Villamejín, en Proaza. "Mis padres vivieron toda la vida aquí en Proaza. Mi padre era carpintero y mi madre cocinera. De hecho, de crío quería también dedicarme a la cocina, pero ella creía que era demasiado duro y me animó a formarme en repostería y confitería", recuerda este joven proacín, que no teme los cambios y para quien está claro que formarse, en lo que sea, siempre viene bien. "Hice un módulo de repostería y panadería en Oviedo y empecé a trabajar muy joven. Con el tiempo decidí independizarme y abrí mi propio local en Gijón. Allí estuve cinco años trabajando sin parar, pero como a tantos la crisis me afectó y se vendía lo justo, lo que no me compensaba todas las horas que me pasaba en el obrador. Al final lo traspasé", recuerda.

Hombre con muchas inquietudes y amante de las tradiciones, también elaboró unos años el llamado queso de Fuente, propio de la zona, y que daba a conocer durante la celebración del Festival de los Nabos y el Queso de Fuente, el último fin de semana de enero.

"Estaba en el obrador doce o trece horas con apenas unas horas para dormir, así todos los días. No tenía vida de ningún tipo. No veía la luz del día como quien dice. Hasta que un día me dije a mí mismo ¡hasta aquí, yo pa casa, con las vacas, a pisar prao, a vivir rodeado de naturaleza, sin más paredes que las de casa!", argumenta.

Para él no hay mejor lugar para vivir que La Cuendia, y con lo que aprendió desde niño en la casa familiar. "Aunque mis padres tenían otros oficios, como tanta gente de los pueblos en casa también había vacas. A mi padre le gustaban mucho, como a mí, pero cuando cayó enfermo se deshizo de ellas y sólo se quedó con una, justamente con la que yo empecé. Desde que soy el titular de la ganadería, desde el pasado mes de noviembre, he ido comprando y ya tengo unas veinticinco entre madres y crías, mayormente de la raza asturiana de los valles", matiza.

Tampoco tiene mucho tiempo libre como ganadero, "ahora toca ir a la hierba, segar, empacar, pero también puedo ir alguna vez con los amigos o al cine, por ejemplo, no es como antes. Estoy feliz aquí, muy contento con las vacas, esto es algo que se lleva en la sangre. Los ganaderos vamos tirando y creo que más jóvenes están volviendo la mirada al campo, a la ganadería y a la agricultura. Este año hubo al menos unas setenta solicitudes de alta en el Principado".

Además de ganado, José Manuel Álvarez participa en diversos mercados con sus productos: panes de todo tipo, boroñas, bollos preñaos, empanadas, pan dulce y repostería diversa, aprovechando un oficio y unos conocimientos que domina. "Puedo ocuparme de la ganadería e ir a los mercados sin problemas; de hecho, me encanta ir a los mercados y en ellos tengo, además, un montón de amigos. He ganado en calidad de vida. Aquí estoy encantado".

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