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El tráfico ilegal sacude los montes de la región

"El tejo es un árbol anciano; recuperarlo sería muy difícil", advierten los expertos

La poda masiva de ejemplares para vender como bonsáis en internet pone en peligro la población de una especie centenaria protegida en Asturias

Tejo de Bermiego, en Quirós. MIKI LÓPEZ

El tejo es un árbol anciano desde el punto de vista genético y, por eso, "si se acaba con él, será muy difícil de recuperar". Esta es la advertencia que lanza el catedrático de Botánica de la Universidad de Oviedo, Tomás Emilio Díaz, tras destaparse en Asturias un tráfico masivo de bonsáis que pone en peligro a la especie. El investigador y naturalista Ignacio Abella denuncia un "auténtico expolio" de tejos, sobre todo en la sierra del Aramo. La actividad, hasta ahora clandestina, consiste en mutilar ejemplares centenarios, pese a su protección, para convertirlos en bonsáis decorativos, que en el mercado negro alcanzan grandes sumas de dinero. Tanto el Seprona como la Guardería del Medio Natural son conscientes de la magnitud del problema y han extremado la vigilancia en los montes asturianos.

Todas las alarmas saltaron en primavera cuando tres agentes de la Guardería del Medio Natural pillaron con las manos en la masa a un leonés en los Puertos de Agüeria, entre Quirós y Teverga. Intentaba huir con un tejo de al menos 200 años de antigüedad, completamente malherido. Había sufrido exhaustivas podas desde hacía varios años para adquirir la forma de un bonsai. El denunciado, por supuesto, lo negó todo. Pero ese ejemplar, hoy ingresado en el Jardín Botánico Atlántico de Gijón, donde recibe tratamiento para su recuperación, sólo es la punta del iceberg de un problema que durante años escapó a los ojos de la Administración.

Fuentes de la Guardería aseguran que las investigaciones revelan que esta práctica delictiva "sucede con frecuencia" en Asturias, como expresan los propios traficantes en foros de internet. Además, celebran pujas y venden los tejos heridos a precios muy alto. "Hay una verdadera mafia en torno a la especie", manifiesta Ignacio Abella, uno de los primeros en recibir información sobre el tráfico de bonsáis. "Me llegaron varios anónimos, en el que me relataban esa espeluznante noticia. Decían que en el Aramo pasaba sistemáticamente: llenaban furgones de tejos", expresa Abella. El problema, dice el escritor, es que "era algo tan clandestino" que pasaba desapercibido. Ahora por fin "se ha puesto el dedo en la llaga y la Administración está en alerta", celebra el botánico Tomás Emilio Díaz.

El profesor de la Universidad de Oviedo recuerda que en Asturias surgió la necesidad de proteger el tejo una vez se tuvo conocimiento de que "muchas empresas buscaban ejemplares jóvenes para obtener taxol", un fármaco de quimioterapia anticanceroso. Díaz advierte de que "si se acaba con el tejo, será muy difícil recuperarlo". Entre otras cosas porque, desde el punto de vista filogenético, es un árbol "anciano". En el catálogo regional figuran unos 200 tejos, los más monumentales, ya que su población en Asturias es mayor. "No estamos mal dotados", reconoce Díaz, que no obstante siente preocupación por el comercio ilegal de bonsáis. "Ya no sólo porque es un árbol centenario -pueden llegar hasta los mil años- sino también por su importancia cultural", indica. Aunque el tejo es una especie protegida, el botánico considera que en la normativa "hay lagunas", pues "no se sabe si la protección es por individuo o sólo para los ejemplares catalogados".

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