La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

El cambio climático altera la dieta de las abejas

"Las colmenas cada vez tienen menos polen", advierten los expertos, que recuerdan que los insectos necesitan una "alimentación variada"

El veterinario apícola Carlos Marín, durante su ponencia en Oviedo. LUISMA MURIAS

El cambio climático está alterando la dieta de las abejas en Asturias. Los expertos advierten que las colmenas cada vez tienen menos polen -proteína para los insectos- como consecuencia de la alteración de temperaturas y del ritmo de precipitaciones. Se trata de un problema "nuevo", según explica el veterinario Carlos Marín, que precisa la atención de los apicultores. Sin una buena alimentación, no hay buena miel. En este sentido, los especialistas insisten en que las abejas precisan una "dieta equilibrada, igual que nosotros", rica en miel (hidratos de carbono) y en polen (proteínas y grasas). El sector está en expansión en la región con 1.700 apicultores registrados.

El calentamiento global y sus efectos sobre el campo coparon las ponencias que la consejería de Desarrollo Rural y Recursos Naturales organizó en Oviedo en el marco de la jornada "Abejas amenazadas. Retos para el apicultor". "Hace una década era impensable tener que alimentar nuestras colonias con polen, pero ahora eso está pasando por culpa del cambio climático", manifiesta el veterinario apícola Carlos Marín. Las abejas no son tontas, agrega la ingeniera técnica agrícola Fina Gonell, y les gusta la buena comida. Por eso, cuanto más variado y de mayor calidad sea el polen, la miel que producen también ganará en sabor. "Un buen polen lo da las plantas crucíferas, aunque las chupamieles son de un nivel más alto, ya que contienen un 32% de proteína", detalla Gonell, que trabaja con apicultores de Castellón.

Como dato, el consumo anual de miel por colmena es de 50 y 120 kilos, mientras que de polen, entre 12 y 40 kilos. Aproximadamente el 80% de la dieta de las abejas es miel y el 20% restante, polen. La falta de proteínas, vinculada a "la ausencia de otoños y las lluvias cada vez más torrenciales", están llevando a las abejas a practicar el "canibalismo de crías". "Se las comen para poder sobrevivir", puntualiza Gonell.

Además de la mala alimentación, entre las principales causas de mortalidad de las abejas están, según el asturiano Carlos Marín, la pérdida de reina y la zanganería (el padre de la colmena). "Entre el 15 y el 20% de las colonias mueren en la región por ello. Y eso se podría evitar con una renovación programada de las reinas. Tenemos que saber que una reina no suele superar los 3 años de vida", sostiene Marín. Pero las abejas se enfrentan a otros múltiples problemas, como la varroa -un ácaro que produce la enfermedad varroasis- y la ya famosa avispa asiática.

La especie invasora, también llamada vespa velutina, está en fase de expansión en Asturias, por lo que "hasta que no se asiente no sabremos sus efectos reales", dice Marín. Pero de lo que está seguro es de que "vamos a tener avispa asiática en todo el territorio regional". "Un 10% de las abejas morirán por depredación directa, pero lo peor va a ser las que mueren por causas indirectas. Esto es como un iceberg: el grueso de los insectos morirán por motivos que en principio no vamos a vincular con la especie invasora", asegura Marín. Un ejemplo claro es que la avispa asiática impedirá a las abejas autóctonas, que "son, por suerte, muy resistentes a los tóxicos", salir a buscar agua o alimento. "La colmena criará entonces menos y cesará a sus crías", añade. Este fenómeno será más grave en verano, ya que es la época del año en la que las abejas necesitan hacer acopio de alimentos para hacer frente al invierno.

Compartir el artículo

stats