María IGLESIAS

Es una de esas personas que deja huella allá por donde va. Londres ya ha solicitado sus servicios para decorar los muros de una sala de conciertos y en Barcelona aún se ven sus pintadas por las calles. Pero hubo una primera vez, y fue en Gijón. Bajo una identidad desconocida, el Señor X convierte los espacios «en elementos vivos que enriquecen el entorno urbano», dice.

Así, en el puerto deportivo se puede ver a Charles Bukowski charlando con Alf en «Coloquios históricos» (en la punta del Liquerique), o a Picasso dejando su firma en un muro del casco antiguo. El «street art», o arte en la calle, decora esquinas de la ciudad y «rompe la monotonía del ladrillo y del hormigón», dice el autor.

«Me gusta mucho ir por la calle y encontrarme con una pieza de "street art", me alegra el día por un momento y al mismo tiempo me hace reflexionar», cuenta el Señor X, autor de gran parte de los dibujos que decoran la ciudad. De momento, actúa en solitario. «No conozco ninguna "crew" o colectivo, ni a otra gente que haga esto por aquí», cuenta.

Sus trabajos no son fruto de la inspiración del momento, ni de la improvisación, sino que son temas meditados y reflexionados «con la almohada». «Generalmente es en la cama, antes de dormir donde puedo estar tranquilo pensando los temas», dice el Señor X, que convierte «las pequeñas ideas» en grandes obras de arte. «Nunca hago nada al azar, muchas de esas localizaciones están escogidas de antemano y la idea pensada expresamente para ese entorno», reconoce el autor.

Su primera pieza nació hace unos cuatro años, pero fue hace dos cuando comenzó con un trabajo más meditado. «Lo importante es que la pieza no te deje indiferente», dice. Prefiere no darse a conocer, aunque asegura que sigue la regla de «no perjudicar a nadie con lo que hago, busco fachadas en casas en ruinas o muros en los que intervenir no produzca un deterioro o que vaya a quedar peor de lo que estaba».

A la hora de trabajar selecciona lugares en los que tiene en cuenta «la visibilidad de la obra una vez terminada y la no visibilidad en el momento de hacerla», señala. «No me gustaría que la imagen del arte urbano se deteriorara más de lo que está, pintando en fachadas de particulares o mobiliario urbano», explica el Señor X.

Ahora, cuando pasea por la calle, el autor ve «en un rincón de la ciudad una parte de lo que quiero expresar». «Lo hago, sobre todo, por la satisfacción personal que me produce y también por provocar una reacción en la gente que lo observa, que reflexione, piense o simplemente sonría», cuenta. Si algo hay de cierto, es que sus obras no dejan indiferentes a los transeúntes, que en muchas ocasiones detienen su camino para fotografiarse con alguna de las piezas. «Una de las cosas que me sorprende es que aún no encontré a ninguna persona que me viera pintando y me lo reprobara», asegura el pintor desconocido que elude hacerse una foto en pleno trabajo. En cuanto a la situación actual del «street art» el Señor X diferencia entre «los que hacen cosas pensadas y de alto valor estético» y «la gente que se dedica a firmar o hacer "bombing" encima de todo lo que puede, mobiliario urbano, edificios habitados en piedra, escaparates, furgonetas...». ¿Tiene solución? «Sí, dejando espacios libres para pintar, que irían cambiando y enriqueciendo el entorno». Ahí queda eso.