Oviedo, A. RODRÍGUEZ

Una prueba de regularidad histórica es una modalidad del automovilismo que está cogiendo mucho auge. Se lleva a cabo en carreteras abiertas al tráfico, por lo que se deben respetar las normas del Código de Circulación. Este tipo de pruebas están reguladas por el Art. 32 del Anexo II del R.D. 1428/2003, donde se especifican las normas que deben cumplir los eventos en los que participen vehículos históricos y por el R.D. 1247/1995, donde se aprueba el reglamento regulador.

Los rallies de regularidad están reservados para vehículos de hasta 25 años de antigüedad y en los que se establece una clasificación en función de una velocidad siempre inferior a 50 km/h. Deportivamente, este tipo de pruebas se desarrolla de acuerdo con el Código de Manifestaciones de la FIVA (Federación Internacional de Vehículos Antiguos) y de la FEVA.

La estructura en general de un rally de regularidad es la misma que la de uno de velocidad: se componen de etapas, secciones, sectores y tramos cronometrados, y prima la regularidad. Un rally de regularidad consiste en recorrer una serie de tramos cronometrados preestablecidos en un recorrido a las velocidades impuestas por el organizador, primando la exactitud en el paso por los controles.

Los vehículos deben cumplir las normativas vigentes para su circulación por las vías públicas. Por este motivo, antes del inicio de cada prueba, el organizador realiza un control administrativo de cada vehículo, en el que se exigen permiso de circulación, ITV al día y seguro obligatorio. Como conductor, cualquier persona con permiso de conducir y el copiloto mayor de 18 años, salvo menores hasta 12 con autorización paterna.

El recorrido de estos rallies es secreto y antes de la salida la entidad organizadora entrega a cada participante un libro de ruta en el que está señalado y medido el itinerario a seguir, y donde se reflejan las distintas carreteras y cruces, así como las distancias parciales y totales.

En este libro también está señalado el inicio y el final de cada uno de los tramos cronometrados y la media o medias a las que hay que ir en cada momento durante los mismos. Diferentes controles secretos establecidos por la organización determinan los participantes que más se ajustan a su hora teórica de paso, resultando vencedor el que menos penalizaciones acumule. Normalmente la penalización suele ser de un punto por cada segundo de adelanto o retraso por control, pero ya son muchos los rallies en los que se penaliza a la décima.

En Asturias se celebran varios eventos de este tipo cada año con una participación altísima, llegando alguno a pasar de los 150 inscritos.