Hace unos días, y a los 95 años, falleció en Barcelona, Celso Fernández. Para muchos será un nombre desconocido, pero este gijonés nacido en 1922 y afincado en la Ciudad Condal desde 1930, fue una referencia en el automovilismo mundial como piloto del Pegaso Bisiluro.

Este vehículo era un prototipo creado a partir del Pegaso Z-102 con el que estableció varios récords mundiales de velocidad en GT en la autopista de Jabecke (Ostende-Gante) en 1954 alcanzando 246,046 km/h en el kilómetro lanzado y 251,258 Km/h en la milla lanzada, récords que estaban en poder de Jaguar.

Celso participó en innumerables carreras destacando su participación en Le Mans (1953), en la carrera panamericana o en el circuito de Pedralves, donde llegó a superar los 300 km/h al final de "Diagonal barcelonesa", para lo que se necesita un temple especial si recordamos las irregularidades del firme, los frenos de tambor y los neumáticos de la época, quizá porque la suerte solo acompaña a quien aúnan a un tiempo audacia y sensatez.

Fue un estrecho colaborador de Wifredo Ricart, ingeniero responsable de diseño en Alfa Romeo donde había coincidido con Enzo Ferrari, que luego desarrolló los Gran Turismo que la marca Pegaso (hoy integrada en IVECO), comercializó al inicio de su actividad industrial.

Nunca perdió su vinculación con Asturias, donde tenía una parte importante de su familia y en 2002 recibió un merecido homenaje con motivo de la "Feria Internacional del Vehículo Clásico", celebrada en Oviedo en el mes de septiembre.

Descanse en paz.