Oviedo, José B. PINO

Desde hace treinta años, Audi posee en sus vehículos sistemas de tracción a las cuatro ruedas, una técnica conocida y patentada como quattro, y que confiere gran estabilidad y seguridad en condiciones extremas. La marca de Ingolstadt lo incorporó en sus vehículos de serie y en los de competición, ganando cuatro campeonatos del mundo de rallies, tres Pikes Peak y 23 títulos en circuitos.

El nacimiento del primer Audi quattro es fruto de una idea genial: adaptar a un turismo de calle el sistema de tracción total desarrollado inicialmente para el VW Iltis. El objetivo, repartir la fuerza del motor entre cuatro ruedas en lugar de dos, con un único propósito: aumentar la estabilidad. Con la carrocería modificada de un Audi Coupé y un motor de cinco cilindros turboalimentado de 200 CV, el Audi quattro presentado en 1980 supuso toda una revolución: jamás un deportivo de calle había demostrado unas cualidades dinámicas semejantes.

Desde el primer quattro, Audi ha evolucionado siempre esta tecnología en aras de la seguridad, la eficacia y el placer de conducción. Así, el rudimentario pero eficaz sistema del primer quattro que repartía la potencia por igual a los ejes delantero y trasero -con los diferenciales central y el trasero bloqueables- dio paso en 1987 a la utilización de un mecanismo Torsen en el diferencial central. Este sistema podía enviar hasta un 75% de la potencia al eje con mejor tracción, y gracias a su funcionamiento «sensible al par», Audi resolvió uno de los problemas que más quebraderos de cabeza causaba a los ingenieros, consiguiendo que la tracción total fuese compatible con el ABS.

Con la aparición del Audi V8 en 1988, y posteriormente en el A8, empezó a utilizarse el embrague multidisco con control electrónico junto a un Torsen trasero (o dos diferenciales Torsen, uno central y otro trasero, en la versión con cambio manual), hasta que en 1994 se implantó la configuración más utilizada durante años en casi toda la gama, un Torsen central con diferenciales libres delante y detrás, y el sistema de control de tracción haciendo las veces de autoblocante. El primer TDI quattro apareció en 1995. Para los Audi A3 y Audi TT, con motor en posición transversal en vez de longitudinal, se aprovecharon las ventajas del sistema de embrague Haldex con control electrónico: compacidad y sencillez constructiva.