La memoria es el centinela del cerebro (William Shakespeare)

Hace cuatro millones de años una fuerza sobrenatural viaja en el espacio, al lado de Júpiter, con destino a la Tierra. Es un ser de las estrellas que, en la noche, deposita deliberadamente un enorme obelisco justo donde dormita un grupo de simios, en un lugar perdido del África Oriental. Al alba los simios descubren la gran piedra y, atónitos, se sienten invadidos y desafiados por el extraño objeto. Tienen miedo, curiosidad y, al tiempo, demuestran valentía.

La desconocida provocación origina en los monos un estado agresivo y beligerante que demuestran utilizando un largo hueso, y en el uso se percatan de su utilidad. El monolito es el origen del descubrimiento de la primera herramienta y el amanecer del Homo sapiens.

Pasan los años y el hombre alcanza la cumbre de su evolución. Es civilizado, racional y científico. Viaja al espacio, una vez mas, gracias a sus herramientas. A falta de gravedad tiene que aprender de nuevo a caminar y se nutre de alimentos infantiles. Allí deja otro símbolo, al igual que el primitivo monolito, para que, a modo de centinela, rinda cuenta en el futuro de hasta dónde ha llegado su especie. Es su bandera.

Pero una nueva criatura habita el espacio. Es Hal el Ordenador, que observa a los hombres viéndolos pesados, aburridos, sentados frente al televisor con su comida templada. ¿Para qué sirven los humanos?, se pregunta Hal. Están al final de su propia evolución. La máquina puede ya prescindir del simio. Pero en el espacio el hombre es como un pez fuera del agua, sin embargo la máquina no necesita respirar, pero comete un error y el humano, que se percata de él, decide desconectarlo.

Hal cree estar vivo y se resiste manteniendo una batalla que acabará perdiendo gracias a la herramienta más rudimentaria: el destornillador. Hal no contaba con la valentía del viejo simio. El sapiens termina así su relación con la máquina, pero se encuentra solo en el espacio, abocado a una muerte segura. Ha dependido tanto de la tecnología que ha estado a punto de destruirle.

Más allá del infinito, las fuerzas que le han llevado al espacio le esperan. Se encuentra en la cuarta dimensión, el desafío final: su propia muerte. La última cena del hombre. El vaso se ha roto pero el vino sigue ahí. Contenedor, contenido; cuerpo, espíritu. ¿Qué queda de ti? La luz no muere: el hombre está preparado para un nuevo salto evolutivo. Su cuerpo queda a un lado, nace el niño de las estrellas.

El pasado 19 de marzo murió en Colombo (Sri Lanka) sir Arthur Charles Clarke, a los 90 años de edad. Fue considerado el gran maestro de la ciencia ficción. Ahí quedan sus dos obras más conocidas: «El centinela» y, sobre todo, «2001 Odisea en el espacio», llevada al cine en 1968 por Stanley Kubrick y, tras diez nominaciones, galardonada con un «Oscar». Si queda aún alguien que no la haya entendido, Duke les propone la alternativa que acaban de leer. Aderécenla con la hermosa banda sonora de Richard Strauss «Así habló Zaratustra». Si no la han visto, háganlo. Es un regalo para los sentidos.

Otra justificación tiene el monolito que la Sociedad de Festejos «San Pedro» quiere situar en una céntrica plaza felguerina. Idea del escultor y altruista colaborador de la sociedad José Luis Iglesias Luelmo, el futuro monolito quiere ser el estandarte del centenario de la sociedad felguerina, siendo portador de los nombres de los directivos que pasaron por su junta, de los socios actuales, testigos del centenario, y un homenaje a todos los fallecidos desde su fundación en 1908. Es ésta una loable iniciativa que cuenta con el beneplácito de la Corporación langreana y verá la luz en los prolegómenos de las fiestas sampedrinas, si bien las inscripciones tardarán algún tiempo mas en realizarse.

Si el monolito de «2001...» suponía un reto para el primitivo Homo sapiens y un centinela de la evolución de la humanidad, creemos que éste tiene la vocación de preservar la memoria colectiva, de ser, asimismo, centinela de la historia pasada y de la que está por escribirse, pues no en vano su creador la titulará «Engranajes de la memoria histórica».

Desde este humilde espacio, a quienes lo habéis hecho posible, nuestra felicitación. Langreo necesita ideas como ésta. ¡Sea bienvenida!