Se denomina de esta forma a aquellas comunicaciones con contenido falso intercambiadas entre dos interlocutores que saben, o que presienten, debido a alguna crítica circunstancia política, económica, industrial o tecnológica, que están siendo observados, interceptados, filmados o grabados por agentes de algún tipo de servicio de inteligencia. ¿Les suena a algo?

Tras los resultados del pasado 9-M el señor Rajoy ha puesto de manifiesto su voluntad de presentarse a la presidencia del partido en el próximo congreso que habrá de celebrarse en junio. Y esto lo ha dicho después de pensárselo durante unos días y cuando más de uno pensaba que, tras el fracaso electoral, dimitiría y se retiraría de la vida política. Alguien estaba al acecho y, una vez tomada la decisión, se fueron acrecentando los rumores de la candidatura alternativa que podría, con toda seguridad, ser encabezada por Esperanza Aguirre. Hasta tal punto se calentaron los ánimos en el PP que se rompieron las hostilidades: el sábado pasado, en un acto celebrado en Elche, don Mariano sugiere a Espe que se vaya al Partido Liberal y ésta, aunque ya estaba previsto -lista que es ella-, comparece ante las cámaras el lunes siguiente y, ante el bombardeo insistente de seis periodistas y la perplejidad de seis millones de telespectadores, sonriente e impertérrita, aguantó el tipo durante más de una hora para no decir absolutamente nada y, a su vez, sacar de quicio a quienes la interrogaban. No tengo intención de presentar una alternativa, y apoyaré a Mariano Rajoy en el Congreso de junio, dijo insondable y escurridiza. Cuando la presentadora le preguntó si ésta era una decisión irrevocable, sin mudar su semblante, contestó que nadie puede asegurar lo que hará al cabo de dos meses y que, además, no hay adhesiones inquebrantables, «ni yo misma las quiero para mí», concluyó. Y para terminar, emulando al gallego, dijo: «le apoyaré..., o no». Desconozco si estas palabras están encriptadas, pero parece que hicieron mella en el Presidente porque, al día siguiente, se desdice y llama a la cordura de todos, intentado restablecer la paz, cuando muchos, ya desaforados, habían tomado partido por uno o por la otra y abierto la caja de los truenos, que es lo único que ha sonado en la política española en estos últimos días. De tal forma que hasta el presidente fundador, don Manuel Fraga, ha pedido que alguien se calle. Que yo sepa, no ha dicho «coño».

No seré yo quien enmiende la plana a doña Espe, porque, además, estoy convencido de que la señora Aguirre ha dicho la verdad en todo momento: no piensa presentarse..., o sí... Quizá lo que ambos dirigentes, y sus respectivos acólitos han hecho hasta ahora es mandarse mensajes subliminales para ver por dónde respiran sus enemigos y, en consecuencia, saber a qué pueden atenerse en un futuro próximo o a medio plazo y, de paso, distraer también a los socialistas. De esta forma, todos han adoptado formación de combate, las consignas han sido distribuidas en las filas de unos y otros y, elegidos ya los compromisarios que decidirán la pugna, asistiremos en las próximas fechas, hasta junio, a pequeñas escaramuzas, y alguna que otra batalla, entre ambos bandos. Esto es democracia en estado puro. Que gane el mejor o el más listo de los dos. Duke prefiere a Mariano porque ella sólo sabe bailar chachachá.

Y hablando de batallas y mensajes de distracción, veo que la flamante ministra de Defensa ha prohibido a todo el personal civil y militar de su casa que, sin autorización expresa, entre en portales de internet que tengan algo que ver con el sexo o el deporte. Lo ha hecho por circular, pero no ha especificado los sitios donde los funcionarios y los militares no pueden entrar sino, que de forma genérica, ha indicado cuáles son las categorías de los portales vedados. De esta forma se romperá el atasco de la red en el Ministerio. Y es que los uniformados no piensan en otra cosa. Así que «menos samba y mais trabalhar». Por fin ha llegado alguien que llama a las cosas por su nombre, pero Duke se pregunta qué dirá a todo esto la ministra de Igualdad. Habrá que imponer esa norma en todos los ministerios, consejerías y ayuntamientos, ¿o no?