Miguel Á GUTIÉRREZ

Langreo,

A este lado de la pantalla, el «follonero» de Buenafuente parece un ejecutivo de una empresa TIC. Su móvil no para de sonar y nada más llegar al Colegio Eulalia Álvarez de La Felguera pide un ordenador para conectarse a internet. El ajetreo está justificado. Jordi Évole ultima los detalles de su nuevo programa en La Sexta, que se estrena el próximo 25 de mayo, «justo al día siguiente de que Chikilicuatre gane Eurovisión». En un descanso de la grabación realizada a los escolares, toma aire y tira de su particular humor socarrón para hablar de televisión y de realidad.

-¿Qué contenidos abordará en «Salvados por...», su nuevo programa?

-Empezamos a hacer estos programas especiales con la campaña electoral y la cosa fue más o menos bien. Ahora nos hemos planteado una serie de temas muy arraigados en el país como la iglesia, el fútbol, la televisión o los toros. Cada programa nos salvará de algo diferente. La idea es entretener a través del reportaje de humor extenso, que es un formato poco visto en la televisión. Queremos tocar los temas tratados desde diferentes flancos para que sea un collage lo más divertido posible.

-Ésta es su segunda experiencia desligado de Buenafuente, ¿cómo le va volando solo?

-Con «Salvados por la campaña» me monté un poco el pisito de soltero respecto a papá Buenafuente y esos dos meses me lo pude pagar. Ahora me he metido en una hipoteca y habrá que ver si el nuevo programa también funciona. Se trata de un formato que lleva mucho trabajo porque hay mucha calle y nada de plató. Es muy espontáneo porque la calle no la puedes controlar. Es como un melón sin abrir que está lleno de verdad.

-Su encuentro con Zapatero y Rajoy antes de las elecciones fue sonado, ¿con que personaje histórico compararía a cada uno de ellos?

-A Zapatero le hubiese encantado ser un presidente de la Segunda República, tipo Azaña, y a Rajoy lo veo más como a un personaje de «Calle mayor», una peli de Bardem. A Rajoy me lo imagino en el casino de su ciudad charlando con sus amigos, con su purito, jugando al dominó y preocupándose muy poco por la política. No creo que Rajoy en otra época hubiese pasado a la historia e incluso dudo de que pase en ésta, muy a mi pesar porque es un tío muy agradable en la distancia corta.

-Pese al peregrinaje de cadena en cadena, el éxito del programa de Buenafuente se mantiene, ¿cuál es la clave?

-La clave es trabajar mucho y tener detrás a un tío como Buenafuente. A pesar de que yo lo pongo a parir en el programa, creo que va a tener un sitio destacado en la historia del medio. Ha creído en una manera de hacer televisión y no ha renunciado a ella, a pesar de que quizá no sea la más comercial que te puedas tirar a la cara. En La Sexta se están empezando a recoger los frutos del buen trabajo que se hizo en otoño, con fenómenos como el del Chikilicuatre, comparable al del Neng.

-¿De dónde viene lo del «follonero»?, ¿era de los que de pequeño se metía en broncas en los recreos?

-La verdad es que en clase era bastante follonero. Siempre estaba en todos los «fregaos», lo que pasa es que después sacaba muy buenas notas y me llevaba bien con los profesores. El personaje que acabé haciendo yo tenía que interpretarlo un actor, cuando estábamos en TV3. Ocurrió que ese actor pidió 500.000 pesetas por salir un día y Andreu, como buen catalán, me dijo: «hazlo tú que nos va a salir gratis». Yo ya estaba de guionista en aquella época y lo acabé compaginando con el «follonero».

-¿Cómo fueron sus inicios en el medio?

-Empecé de periodista serio porque de pequeño quería ser como el Gabilondo de la radio. El problema es que siempre tuve la voz muy fina y por teléfono me confundían con una niña. En mis inicios trabajé en la Ser y Telecinco. Lo que pasa es que, como el periodismo está muy mal pagado, me tenía que ganar la vida haciendo de disc jockey en discotecas de camping de la autovía de Castelldefels. Por el día hacía noticias serias y por la noche me iba poner «Paquito el chocolatero» a los guiris. Creo que de esa mezcla sale todo lo que he acabado haciendo después porque no soy actor ni mucho menos.

-¿Se liga más saliendo en la tele?

-Soy la excepción que confirma la regla. Cualquier persona que haya salido en la tele automáticamente ha empezado a ligar más, pero a mí no sé que me ha pasado. Yo me metí en esto por las tías, pero llevo diez años dando el callo y nada. En mi caso, no he notado un alza en la inflación de mujeres.

-Si España se rompe, ¿dónde nos metemos?

-Espero que me pille volando porque a veces no entiendo el tema de los nacionalismos, tanto el catalán como el español. Todos estos debates son para los políticos. Si hoy vas a un bar, sacas el tema de la financiación y alguien te contesta, hay que darle una medalla.

-¿Se está perdiendo el sentido del humor?

-Si algo no se puede perder aquí es la siesta y el sentido del humor. Vamos sobrados y el ejemplo más evidente es que enviemos a Eurovisión a Rodolfo Chikilicuatre. Quizá ahora con la crisis económica la cosa cambie, pero no veo a un país amargado. La gente de la calle está por una visión divertida de la vida y a los que han intentado crispar no les ha salido muy bien el tiro.

-Hablando del Chikilicuatre, ¿a quién pondría a bailar el «Chiki Chiki» para que se le baje la mala uva?

-Podría decir a Jiménez Losantos, que es el blanco fácil últimamente. En uno de los capítulos de nuestro programa incluso viajamos a Roma para pedir su beatificación porque ha conseguido un milagro, que todo el mundo hable de él. Sin embargo, pondría a perrear a Rouco Varela, y a Luis Aragonés, que es un tío mucho más simpático de lo que nos quiere hacer creer. También pondría a perrear, pero de perros, a todos los terroristas etarras que nos amargan muchos días.