Langreo, L. M. D.

El grupo de generación eléctrica número III de la central térmica de Lada, el más contaminante de los dos que siguen en funcionamiento en la instalación, ya tiene fecha de cierre: el 15 de diciembre de 2015. Este grupo tenía en 2008 el número de horas de producción eléctrica ya limitadas: 20.000 horas, que a día de hoy ya se han reducido hasta las 16.000. Desde la empresa Iberdrola se aseveró que, pase lo que pase, aunque no se llegue al límite máximo de horas de producción de energía, el grupo no seguirá activo «más allá» del último día del año 2015.

Esta semana se celebró en Bilbao la junta general de accionistas de la empresa eléctrica Iberdrola. En este contexto, el responsable de la compañía en Asturias y director de la central térmica de Lada, Ángel Itxaso, puso fecha de caducidad a uno de los dos grupos de generación energética que siguen funcionando en la instalación langreana. «El grupo III», el más antiguo de los dos existentes, «contaba a 1 de enero de 2008 aún con 20.000 horas de generación eléctrica disponibles». A mediados de marzo de este año esta cantidad se había reducido hasta las 16.000 horas. En todo caso, este grupo eléctrico dejaría de funcionar el 31 de diciembre de 2015, «aunque no hubiese agotado toda su vida útil», indicó Ángel Itxaso.

Uno de los motivos para esta fecha límite de funcionamiento es entrada en vigor de una nueva normativa sobre emisiones de óxidos nitrosos (NOx). El grupo III de generación se construyó en 1967, tiene una potencia de 155 Megavatios y está, en términos de producción eléctrica, prácticamente agotado, exprimido, por lo que Iberdrola no ha realizado nuevas inversiones que pudiesen alargar su funcionamiento.

Donde sí se han realizado cuantiosos desembolsos ha sido en el grupo IV de la central, construido en 1981 y de 355 Megavatios de potencia. Entre 2007 y 2009 Iberdrola invirtió en este grupo cerca de 100 millones de euros. La mayor parte del dinero, 60 millones, se destinó a la construcción de una planta desulfuradora. Hace unos días, tal y como explicó esta semana Ángel Itxaso, concluyeron las pruebas de funcionamiento de la instalación de forma «muy satisfactoria», ya que se ha comprobado que la instalación permite eliminar el 98% del dióxido de azufre (SO2) emitido por este grupo de producción. La desulfuradora, además, ya funciona de forma permanente en el grupo IV.

Los otros 40 millones invertidos han servido para mejorar la eficiencia operativa de la central. Se renovaron las torres de refrigeración, los motores de la turbina principal y de las auxiliares (lo que ayuda a reducir en un 7 por ciento las emisiones de dióxido de carbono, CO2) y se sustituyó el condensador de la central. Además, también se realizaron obras para mitigar el impacto sonoro de la central en la población.

Las obras de construcción de la desulfuradora comenzaron a finales del año 2007 y concluyeron en la primavera de 2009. Los trabajos obligaron a Iberdrola a detener la producción del grupo de generación IV durante seis meses. La central retomó su actividad habitual en abril del año pasado, pero sin conectar la desulfuradora, que no comenzó a ponerse en marcha hasta el mes de agosto.

Con la puesta en marcha de la planta desulfuradora, los humos de la central dejan de ir directamente hacia su chimenea principal. Las emisiones son ahora conducidas por una serie de grandes tubos que rodean el grupo termoeléctrico para pasar posteriormente a la planta de desulfuración. En esta instalación se retiran los gases de azufre. De este proceso se obtiene un subproducto, sulfuro de yeso, más conocido como «yeso comercial», que se almacena en una planta ubicada en la entrada de la central. Este subproducto sirve para ser utilizado en la fabricación de pladur.