Paula G. RODRIGO

Hace tres semanas que unas fuertes lluvias asolaron el norte de España, con especial incidencia en Asturias. Las grandes localidades pronto se recuperaron de los daños sufridos, sin embargo, pueblos como El Carbayal, Les Cubes y Felguera Villar siguen pagando las consecuencias casi un mes despues. Desde entonces, los vecinos de estos pueblos viven prácticamente aislados, ya que la carretera que les permite circular con sus vehículos está bloqueada por un gran argayo. Sólo piden que «se habilite un acceso temporal» por un «prau» colindante que les permita, en la medida que sea posible, realizar sus actividades cotidianas, como bajar a Langreo a hacer la compra.

Mercedes Agüeria, de 80 años y a punto de operarse de una cadera y una rodilla se preocupa de cuestiones que simple vista parecen tan sencillas como es el transporte en ambulancia. Es una de las siete personas que viven en El Carbayal, donde ha estado toda su vida y como ella misma afirma, no lo quiere abandonar. «¿Por qué tengo yo que dejarlo por un poquitín de carretera?». «Estoy pendiente de dos operaciones y no puedo moverme porque estoy con muletas. ¿Cómo va a venir a buscarme la ambulancia? ¿Y para traerme? ¿Y cuando tenga las revisiones?», se pregunta preocupada. «¿Por qué no nos ayudan un poco? Parece que estamos en el tercer mundo», se queja la afectada. «Estábamos hartos de avisar para que vinieran a arreglarlo», apuntó Agüeria.

Mientras tanto, van tirando como pueden. Un vecino se encarga de bajar a La Felguera con «un coche muy viejo», especifica la afectada, para comprar alimentos a todos los demás. Después, según la vecina, un coche de la seguridad social también se encarga de realizar los servicios mínimos de los aislados. «La verdad es que se están portando muy bien pero pedimos que por favor, aunque sea de una forma temporal mientras que lo arreglan, que hagan un acceso temporal por un prao que hay al lado y por el que algunos todoterrenos pueden pasar», explica.

«Hay cosas, como por ejemplo las bombonas del gas, el carbón, el pienso de los animales... que no nos pueden traer. Necesitamos que lo arreglen porque el otro día mismo nos parió una vaca y necesitamos un veterinario y no puede subir hasta aquí», relata. «Esto nos llega a pasar en invierno y nos morimos de frío. Es que parece que esto es el tercer mundo. Sólo pedimos un poco de ayuda», sentencia.

María Quetedal vive en otro de los núcleos afectados, en Les Cubes. Recientemente ha vivido una situación traumática. Su marido Benjamín, de 84 años tuvo que ser trasladado al hospital de Cabueñes. Según declara la vecina, sacarlo del pueblo fue una total odisea. Y ahora espera otra, ya por suerte tan sólo ha sido un susto y muy pronto Benjamín volverá a casa. Pero la ambulancia no puede pasar así que se plantea de nuevo el mismo problema del acceso al pueblo.

«Hacía más o menos un año que habían arreglado la carretera después de que los vecinos insistiésemos mucho. Pero lo hicieron rápido y mal y con las lluvias de hace tres semanas se produjo un destrozo total; fue la gota que colmó el vaso», relata Quetedal. Según la vecina, una rápida solución, aunque sea temporal, es la de hacer un acceso por un prado que hay a un lado del argayo. Algo con lo que parecen coincidir varios vecinos pero que todavía no se ha llevado a cabo.

Con la voz temblorosa, casi a punto de llorar, Quetedal confiesa que no quiere abandonar su vida, su casa. «Yo no quiero ir a una residencia, por ejemplo, yo quiero quedarme aquí, con mi marido», aduce. «Estoy enferma, tengo 85 años y me da mucho miedo que me pueda pasar algo y que no pueda entrar la ambulancia en estas condiciones hasta aquí», explica. «A nuestras edades, con enfermedades y estos disgustos, no es nada bueno», añade. La veintena de afectados en los tres núcleos langreanos permanecen a la espera de que se tome una decisión por parte de las instituciones competentes que solvente el problema. Y sin embargo, mientras que la burocracia parece seguir debatiendo, la solución entre los vecinos parece simple, clara y unánime: abrir un acceso temporal que desvíe la circulación de los vehículos de la carretera argayada.