Siempre que me cuentan de segunda o tercera mano algún sucedido desconfío del relato y me viene a la memoria la célebre historia del «Eclipse». Se la recuerdo: El coronel trasmite al comandante: «Mañana a las 8:00 se producirá un eclipse de sol, hecho que no ocurre todos los días. Además, las previsiones meteorológicas para mañana anuncian lluvias, con lo que no se verá nada al aire libre. Por lo tanto formaremos en el gimnasio en traje de campaña». El comandante al capitán: «Mañana a las 8:00 se producirá un eclipse de sol. Según el señor coronel si llueve no se verá nada al aire libre. Entonces, en traje de campaña, el eclipse tendrá lugar en el gimnasio, hecho que no ocurre todos los días». El capitán al teniente: «Por orden del señor coronel, mañana a las 8:00 tendrá lugar en el gimnasio la inauguración del eclipse de sol en traje de campaña. El señor coronel dará las órdenes oportunas de si debe llover o no, hecho que no ocurre todos los días. Si hace buen tiempo y no llueve, el eclipse tendrá lugar en el patio». El teniente al sargento: «Por orden del señor coronel mañana a las 8:00 lloverá en el patio del cuartel, hecho que no ocurre todos los días. El señor coronel, en traje de campaña, dará las órdenes en el gimnasio para que el eclipse de sol se celebre en el patio». El sargento al cabo: «Por orden del señor coronel mañana a las 8:00 tendrá lugar el eclipse del señor coronel en traje de campaña por efecto del sol. Si llueve en el gimnasio, hecho que no ocurre todos los días, se saldrá al patio». El cabo a la tropa: «Mañana a eso de las 8:00 parece ser que el sol en traje de campaña eclipsará al señor coronel en el gimnasio. ¡¡Lástima que esto no ocurra todos los días, coño!!».

En este relato han podido comprobar el parecido entre la primera orden y la última. Ninguno. Todos queremos marcar las cosas con nuestro sello personal, poner al pastel nuestra propia guinda, distinta a la que tiene que adornarlo, de forma que, si la receta original es Tarta de Manzana, después de haber pasado por unas cuantas manos se convierte en Mouse de Melocotón. Lo mismo ocurre con la interpretación que cada uno da a las cosas. Y es que muchas veces queremos que las cosas sean como a nosotros nos interesa cuando en realidad las cosas solo pueden ser de una manera: como son.

Molesto con nuestra columna del pasado día 28 «Los chicos del Coro» alguien la ha tildado de «desacertada y ridícula» entendiendo que la crítica giraba entorno al Coro Santiaguín, sin duda espoleado por su apego al mismo. Nada más lejano a eso. Esa persona no ha leído bien nuestro artículo o, cuanto menos, no ha sabido o querido entenderlo. Eso ocurre cuando se está predispuesto (a) a entender lo que nos interesa. Si Duke procura ser riguroso y escribir lo que piensa, espera que nuestros lectores también lo sean y entiendan lo que él pensó y escribió. Aunque alguna vez se equivoque.