Langreo,

Miguel Á. GUTIÉRREZ

El Hospital Valle del Nalón redujo un 23 por ciento los ingresos hospitalarios de pacientes con insuficiencia cardíaca gracias a un novedoso programa. La iniciativa ha resultado finalista en los IV Premios Esteve, convocados a nivel estatal por los laboratorios farmacéuticos del mismo nombre, en colaboración con la Organización Médica Colegial y el Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos. La unidad de insuficiencia cardíaca del complejo sanitario de Riaño, que empezó a funcionar hace cuatro años, busca potenciar el seguimiento ambulatorio de los enfermos para mejorar la atención, disminuir las hospitalizaciones y aumentar la calidad de vida del paciente. Según sus responsables, el complejo del Nalón ha sido el único de la región donde han bajado los ingresos por insuficiencia cardíaca.

Los autores del trabajo galardonado son Álvaro González Franco, Iván Suárez Pedreira y Carmen Fernández Pizarro, que se ocupan de la unidad de Riaño, y José María Fernández Rodríguez, que extendió el modelo al hospital de Cangas del Narcea. La principal novedad de la experiencia desarrollada en Langreo, en comparación con otras unidades de insuficiencia cardíaca, radica en que atiende a pacientes pluripatológicos «de edad avanzada, con una media de 80 años, y residentes en un área con una importante dispersión geográfica», según González.

La insuficiencia cardíaca, una enfermedad crónica que afecta a unas 1.200 personas mayores de 70 años en el Nalón, limita la capacidad del corazón para bombear sangre, lo que origina una retención de líquidos, especialmente en los pulmones (ahogo y fatiga) y en las piernas (hinchazón). Se suele tratar con fármacos de betabloqueo para controlar la insuficiencia cardíaca y con diuréticos para facilitar la eliminación de los líquidos retenidos por el cuerpo.

La unidad del hospital Riaño -que ha valorado 500 pacientes y actualmente tiene a 220 en tratamiento- está formada por especialistas en Medicina Interna y una enfermera y se asienta sobre tres pilares: implicar al paciente y a su entorno familiar para que aprenda a controlar los factores de riesgo, con un seguimiento en el propio domicilio de la evolución de la tensión o el ritmo cardíaco; una supervisión de las enfermedades asociadas como anemia o bronquitis; y una «optimización» del tratamiento farmacológico. «Como el seguimiento es más exhaustivo, se pueden controlar mejor los posibles efectos secundarios de la medicación, expone González, que añade: «El objetivo es conseguir un mejor control de los pacientes, reduciendo el riesgo de descompensación y de ingreso hospitalario».

Los pacientes, además de acudir a citas periódicas, realizan cuestionarios de control, reciben un dossier explicativo y tablas de control, y tienen a su disposición un teléfono de consulta. «Se trata de implicar al paciente en su propia patología», concluyó Begoña de Poo, directora médica del hospital Valle del Nalón.