Langreo, E. P. / J. V.

El minero Rafael Molero Fernández, de 44 años, murió ayer en el pozo Candín de Hunosa, en Langreo, convirtiéndose en la primera víctima en las explotaciones de Hunosa en los últimos tres años. El trabajador, que era especialista de tajo mecanizado, quedó atrapado entre una máquina y una tolva (vagón) de carbón en el interior de la mina. El fallecido era vecino de La Felguera, estaba casado y tenía una hija.

El accidente tuvo lugar sobre las doce menos cuarto de la mañana, cuando Rafael Molero se encontraba desarrollando tareas de transporte en la planta octava del pozo, que está situada a una profundidad de unos 600 metros, según aseguraron fuentes de la compañía minera. El minero llevaba siete años trabajando en el pozo Candín, y le quedaba menos de un año para prejubilarse. La víctima fue sacada de entre la máquina y el vagón por sus compañeros y trasladada hasta el botiquín del pozo, hasta donde se desplazó la jueza sobre la una y media de la tarde para formalizar el levantamiento del cadáver.

A esa hora ya eran varios los compañeros que, con traje de faena y tras haber dejado la labor al conocer la fatal noticia, se concentraron ante el edificio. Otros que no se encontraban en las instalaciones pero que fueron avisados por otros trabajadores del pozo Candín también dieron su pésame a los familiares de Rafael Molero, de cuyo fallecimiento dio cuenta el secretario general del SOMA-FIA-UGT, José Ángel Fernández Villa, nada más enterarse en el transcurso de la rueda de prensa celebrada en Mieres en la que presentó el programa de la fiesta de la minería astur-leonesa de Rodiezmo. El siguiente relevo de empleados del pozo Candín no entró a la mina en señal de duelo por el compañero fallecido.

La esposa de Rafael Molero se desplazó a la mina nada más conocer el fatal desenlace desde Benavente, donde se encontraba de vacaciones y hasta donde se trasladaba su marido cuando sus obligaciones laborales se lo permitían, según aseguraron varios de sus compañeros. Pasadas las cuatro y media de la tarde, el cadáver del minero fue trasladado al Hospital Universitario Central de Asturias, en Oviedo, donde está previsto que hoy se le realice la autopsia.

Rafael Molero era una persona muy conocida, que vivió muchos en Riaño. Antes de llegar al pozo Candín, trabajó en Bilbao y también en minas de montaña en la zona de Pajares. Hace siete años se habían incorporado a la plantilla de la mina langreana, en la que trabajan un centenar de mineros.

El último accidente mortal en las minas de las Cuencas se produjo el 30 de junio de 2008, en el pozo Monsacro de Morcín. El fallecido fue Benjamín Pasarón, que contaba entonces con 38 años y era barrenista. Casado, sin hijos y residente en Santa Eulalia (Morcín), murió tras ser aplastado por una lancha, un contenedor que traslada el material de trabajo, a unos 580 metros de profundidad. Pasarón se encontraba en las planta octava de la explotación cuando se soltó el cable de la máquina, estrellándose esta contra el minero, quien recibió un fuerte golpe en la cabeza. A pesar de que fue atendido rápidamente y salió con vida del pozo, los servicios sanitarios no pudieron hacer nada por él, falleciendo a los pocos minutos.

No había pasado ni un año de la última muerte en un pozo de Hunosa. Concretamente en octubre de 2007, Óscar Luis Velasco Robledo, vecino de Gijón y de 44 años, falleció en el pozo Candín cuando picaba carbón en la octava planta de la mina. La muerte le sobrevino «por asfixia tras la inhalación de gas metano», el temido grisú. El pozo Candín suma desde que pertenece a la hullera estatal un total de 28 fallecimientos, contando el ocurrido ayer en la explotación minera langreana.