La palabra crisis, millones de veces pronunciada al día por otros tantos de españoles, hace que cada vez las buenas gentes se tengan que devanar los sesos con las más inverosímiles ofertas de servicios para, de algún modo, paliar sus necesidades más perentorias. La cosa del trabajo cada vez está más chunga y el inmediato porvenir en este aspecto pinta oscuro total.

¡Además!, a partir de últimos de este mes de marzo, los recortes en variados aspectos, amén de las cargas impositivas, nos van a dejar en pelota picá a una buena mayoría de españolitos de infantería, que somos los habituales paganos de las bofetadas que se pierden.

Ustedes, como uno mismo, verán a diario en diversos lugares anuncios que detallan diversas ofertas de profesionales, o «curiosos», que antes del estallido de la crisis resultaba milagroso el hacerse con sus servicios en tiempo y forma. Me refiero a los clásicos oficios de albañiles, pintores, carpinteros, fontaneros y similares.

Pues hoy se te ofrecen a la puerta de la casa de cada cual, con la coletilla de rapidez y precios ajustados. Bueno, se supone que han tenido que bajarse de la burra, pues no hace tanto que se necesitaba poco menos que recomendación para acceder a ellos.

La situación actual -y la necesidad- lleva a que el ingenio se agudice a pasos agigantados, por lo cual resulta frecuente ver anuncios que entre otras cosas ofrecen lavar tu coche, recoger trasteros, pasear perros, llevar a los niños al cole, empapelar, subir la compra a tu domicilio, plancha, arreglos de ropa, tartas caseras, o reparaciones de lo que sea. Con la coletilla añadida de todo lo que se le ocurra, o necesite.

No descubro nada si digo que las cosas están cada vez más feas, resulta algo que todos podemos constatar pese a algunas apariencias engañosas. A uno le gustaría reflejar en estas páginas historias felices, pero la realidad resulta tozuda, aunque no nos guste, y a mí el primero.

Ejemplo que también a diario se puede comprobar es la proliferación de tiendas que compran oro o plata, con el tinte de humor negro que hasta les sirven las antiguas muelas, que en la década de los sesenta fueron todo un símbolo de ostentación y sonrisas bobaliconas Profiden.

Tiempos preocupantes, en los que muchos españoles están ya padeciendo hambre física, con un tornado encima que poco a poco les va absorbiendo.

Alguna vez me comentan que por regla general mis artículos vienen cargados de negatividad, o excesos de acidez, pero pienso que resulta peor negar las evidencias. La solución no pasa por dejar de patear la calle o no ver las noticias, aislándose en una burbuja. Va a ser que no.

Las florecitas silvestres, los cantos de los pajaritos y los poemas de amor se los dejo para los que prefieren obviar la cruda realidad.