Langreo, M. Á. G.

A. G. P., de 31 años y natural de Canarias, ingresó ayer en prisión tras declarar ante el juez, imputado como presunto autor de nueve atracos perpetrados en establecimientos comerciales de Langreo desde mediados de febrero. El hombre -que había sido detenido en diez ocasiones anteriores por robo con fuerza, robos con intimidación, trafico de drogas y homicidio- actuaba encapuchado, cuando no había clientes en las tiendas, y empleaba un arma blanca para amedrentar a las dependientas. Junto a él, fue arrestada una joven asturiana de 29 años, que supuestamente colaboró en los robos y que fue puesta en libertad con cargos tras pasar por el Juzgado de primera instancia e instrucción número 1 de Langreo.

Las detenciones se produjeron en pasado día 17, cuando la pareja pretendía cometer otro atraco en La Felguera, según informaron ayer fuentes policiales. Según explicó ayer la Policía Nacional, la investigación arrancó cuando los agentes detectaron que se venía produciendo una cadena de robos que seguía una misma pauta. El autor -un hombre alto, delgado y atlético que vestía siempre con ropa oscura e iba encapuchado, con el rostro tapado por un pañuelo, fular o braga de cuello, de forma que únicamente se le veían los ojos- actuaba siempre a plena luz del día y en horario comercial. Antes de perpetrar un atraco, seleccionaba establecimientos que estuvieran atendidos por una sola empleada y en los que no hubiera clientes.

Ya en el interior de los comercios, amedrentaba a las dependientas con una navaja, al tiempo que les reclamaba la recaudación de la caja registradora y el contenido de sus bolsos. Los testigos advirtieron que su acento no era asturiano que repetía frases como «mi niña», «no salgas corriendo» o «no me queda mas remedio».

La Policía indicó ayer que el hombre «llegó a sentirse tan seguro que incluso se atrevió a repetir el robo en un establecimiento en el que ya había robado con anterioridad, advirtiéndole a la dueña que se comportara mejor que la primera vez que la atracó». Los agentes también determinaron que, en la mayor parte de los robos, el hombre «iba acompañado de una joven de baja estatura que llevaba a cabo las labores de vigilancia y control del personal en el interior de los locales». Esta mujer, de 29 años, tenía una detención anterior por un delito contra la seguridad del tráfico. Los investigadores determinaron asimismo que los dos jóvenes también se dedicaban supuestamente al tráfico de drogas. La Policía indicó que la oleada de atracos generó una gran alarma entre los comerciantes que, en algunos casos, permanecían con las puertas cerradas y sólo abrían cuando los clientes llegaban a la puerta.

Fuentes de la fiscalía indicaron, por su parte, que se solicitó el ingreso en prisión provisional comunicada y sin fianza, atendida por el juez, ante el riesgo de fuga, la gravedad de la pena que se le podría imponer de resultar condenado (hasta siete años y medio de prisión) y la posibilidad de que pudiera cometer otro hecho delictivo si quedaba en libertad, dada «la adicción a la droga que manifestó poseer y la carencia de fuente de ingresos».