Langreo,

Miguel Á. GUTIÉRREZ

En la era de las nuevas tecnologías, en la que pizarras digitales y ordenadores han tomado los colegios, las pipetas y tubos de ensayo reclaman su espacio en el aula y en la sociedad del conocimiento. Lo hacen, además, entre los más pequeños, en el contexto de un programa encaminado a fomentar el pensamiento científico entre los alumnos de Enseñanza Primaria. La iniciativa -desarrollada por el centro de profesores y recursos (CPR) de Nalón-Caudal en colaboración con el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC)- consiste en una serie de seminarios y cursos dirigidos a 25 docentes de 15 centros de las Cuencas, que después pondrán en práctica las estrategias educativas adquiridas en sus respectivos colegios.

Las charlas se organizan en el colegio de Turiellos, en La Felguera. En la jornada de ayer, alumnos de quinto curso de Primaria del colegio langreano participaron en una experiencia práctica con los investigadores del CSIC, adquiriendo conocimientos básicos sobre leyes físicas mediante sencillos experimentos. De esta forma, los escolares comprobaron los efectos de la mezcla de bicarbonato y vinagre, los diferentes estados de la materia o que el gas ocupa su propio espacio. En este último experimento, los estudiantes utilizaron unos tubos de plásticos con los que generaron burbujas en el agua, según explicaron José Alejandro Dosantos y Álvaro del Campo, dos alumnos de Turiellos que ya tienen claro que «de mayores queremos ser científicos».

La filosofía del programa, que el CSIC desarrolla con la colaboración de la Fundación BBVA en 13 comunidades autónomas, es fomentar el conocimiento en las primeras etapas educativas a través de la aplicación del método científico. «Intentamos enseñar a los chavales a amar la ciencia, que es la gran asignatura pendiente en España. En este campo tenemos un retraso de 30 o 35 años con comparación con otros países de Europa», explicó María José Gómez Díaz, coordinadora del programa «El CSIC en la escuela», que añadió: «Lo que nosotros hacemos es facilitar al profesor las herramientas para enseñar a pensar al alumno, que aprenda a aprender. Una vez cumplido ese objetivo e inculcada esa inquietud, hay una gran parte del camino recorrida».

Gómez también remarcó la importancia de que exista una conexión sólida entre el CSIC y los docentes. «Los investigadores generan conocimiento, pero los profesores son los encargados de transmitir ese conocimiento, así que ambos deben ir de la mano».