Desgraciadamente, al final el tiempo me dio la razón, aunque alguno me haya tildado de «exagerau». Lo dicho en mi anterior opinión y en otras de hace bastante tiempo se ha confirmado, ya no hay vuelta de hoja, y la tarjetina para pagar según los ingresos de cada cual, dentro de nada nos la encontraremos en el buzón correspondiente.

Debo insistir que lo de «Mariano Tijeras», y sus muchachos, ya pasa de castaño oscuro en cuanto a la tomadura de pelo, o mejor pasarse por el arco del triunfo sus promesas electorales.

Y tiene más delito que el inefable Zapatero cuando prometió el oro y el moro -incluido la supresión del peaje del Huerna- pues sus posibilidades de acceder al poder eran escasas. Luego pasó lo que pasó, y a templar gaitas.

Pero Don Mariano sabía de sobra que iba a llegar, más bien por la caída de fruta madura, y también con lo que se iba a encontrar. Por lo tanto si hubiera estado calladito, ahora nadie le podría reprochar sus incumplimientos.

Ahora mismo la conclusión es que dentro de un par de meses todos vamos a tener que pasar por taquilla, con la putada añadida que es por estar enfermos.

Y digo todos, porque muchos van a estar situados en el filo de la navaja de unos ingresos que en el momento actual no les alcanzan para nada, y no me quiero ni acordar de gentes que entrarán en los parámetros de aportar, con pensión rácana de la que malviven unos cuantos más familiares, pues ocho euros al mes puede ser un mundo para muchos.

Todo esto se venía gestando desde hace tiempo, pero su puesta en marcha viene en la peor época posible. Quizá en tiempos mejores hubiera resultado menos lesiva, pero el sacrosanto miedo a perder cuota electoral les hizo recular a todos.

Algo conozco de todo el entramado sanitario en este aspecto, por lo cual el control del todo y el ahorro, tienen mil caminos, pero al final lo más práctico resulta ir a lo fácil.

Con todo informatizado, y hasta la última receta controlada incluidos los tratamientos, los tiempos en que la güelita llevaba los cartones de las medicinas y se utilizaba el tira que libres han pasado. Ya no caben anécdotas reales como aquella en la que después de colar varias veces un anovulatorio -en román paladino «la píldora»- le preguntó extrañado el farmacéutico a la güelita que para que lo tomaba, respondiendo ella: para dormir. ¿Cómo? Es para mi nieta, pero así yo duermo tranquila. Evidentemente esto ahora resultaría totalmente imposible.

Creo que queda claro que este es el primer paso, los siguientes vendrán detrás, pues todo es empezar.

Los entresijos de este mundillo son profundos, pero el quid de la cuestión es que una vez más, se va a castigar a las buenas gentes que tras una vida de trabajo, y cotizaciones a la espera de una vejez tranquila, pues a la hora de la verdad se van a encontrar en iguales, o peores condiciones que... nada, mejor lo dejo pa prau. El orbayu ya empezó a calarnos. Detrás llegarán los chubascos y las tormentas, y buena parte de los españolitos sin paragües que los cubra.