Langreo, T. MENÉNDEZ

Los Tribunales Populares de Langreo han vuelto a dictar sentencia después del parón veraniego. En esta ocasión lo han hecho para declarar la culpabilidad y condenar el mal uso del lenguaje. El juicio se celebró el pasado viernes a las siete y media, en los Salones de la Sociedad de la Montera, en Sama.

Mandi Braña fue el encargado de llevar la acusación del Ministerio Fiscal. En ella alegaba un mal uso del lenguaje, en pleno siglo XXI, a causa entre otras cosas, de la ignorancia de la lengua. «Los usuarios tachan a la lengua de machista y usan eufemismos». Contra este argumento, la abogada defensora, Silvia Martínez, contraatacó diciendo que todas esas palabras a las que la acusación trata de eufemismos, están recogidas en el propio diccionario de la Real Academia de la Lengua Española. El propio Braña retomó el argumento y finalizó su exposición de los hechos a través de una frase: «El perro y la perra son él y la mejor, mejora, amigo, amiga del hombre y la hombra».

Por otro lado, la acusación también incidió en el argumento de que las redes sociales ejercen una influencia negativa en los ciudadanos y recalcaba el imperativo de que los usuarios debían diferenciar totalmente el código de estos nuevos medios de comunicación. Por su parte, la abogada Martínez replicó esto alejándose de la concepción de que todo tiempo pasado fue mejor. «El lenguaje ha evolucionado, pero esto no quiere decir que sea peor que el anterior, sino que es diferente. Se ha tenido que adaptar a los cambios», destacaba. La misma parte añadía también que «el castellano goza de muy buena salud, ya que es la cuarta lengua más hablada y la segunda más estudiada».

Tras las exposiciones de ambas partes, llegó el momento de las declaraciones de los testigos y la presentación de las correspondientes pruebas. Por parte de la acusación, el ujier Gusti llamó a declarar a tres testigos. El primero de ellos fue la joven profesora Paula Fernández Miranda-Marín. La educadora destacó que en ocasiones se usa un lenguaje, sobre todo los políticos, repetitivo y lleno de palabras vacías. "Para hablar bien hay que expresar el mensaje de una forma clara y sencilla", argumentaba. Sin embargo, la joven no entendía que se ejerciera un mal uso del lenguaje, sino que se dan muchas vueltas para expresar ciertas ideas. El segundo testigo de la acusación fue Desirée Mora Esteban. Esta joven es estudiante de bachillerato y ante las preguntas de ambas partes, destacó la buena educación recibida desde el colegio. «Creo que con el conocimiento que tenemos los jóvenes sabemos diferenciar perfectamente los códigos empleados en el lenguaje habitual y en el de las redes sociales». El último de los testigos de la acusación fue Juan Felgueroso, profesor de Lengua Castellana y Literatura. El testigo recalcó la necesidad de cuidar el lenguaje. «La lengua es el tesoro de nuestro patrimonio cultural. Es un ente vivo y no puede ser manejado a nuestro antojo». Por otro lado, destacó la importancia de estabilizar una ley de educación, que no varíe con las sucesivas entradas de gobiernos.

Por su parte, la defensa también llamó a declarar a su testigo Carmen López González. La profesora de primaria, de Lengua Castellana y Literatura, incidió en el buen uso del lenguaje. Sus argumentos se basaron fundamentalmente en la evolución y adaptación de la lengua a los cambios que la misma sociedad ha tenido que sobrellevar. «Creo que el castellano se sigue utilizando bien y aunque en ocasiones hay gazapos, podría decirse que no hay regla sin excepción». La siguiente prueba presentada por la parte defensora fue una reproducción de hechos de la mano de dos actores del grupo de teatro Padre Coll, de La Felguera. La intención de la abogada a través de esta representación era demostrar qué pasaría si el lenguaje no se adaptara a los tiempos. Para ello sacó a un poeta de la época con un teléfono móvil y usando los términos del lenguaje propio del siglo XXI. Como contraposición un rapero salió con su monopatín para continuar la escena hablando en verso. El contraste fue evidente. La última prueba presentada por Martínez fueron unos documentos leídos directamente por el juez de la sala, Antón Saavedra.

Tras la exposición de las conclusiones de ambas partes, en la misma línea de su discurso inicial, el jurado se reunió para deliberar. Tras cinco intensos minutos, el juez los volvió a llamar a la sala, donde declararon la culpabilidad del lenguaje, alegando que se hace un mal uso de este. Esta decisión se tomó por tres votos a dos.