El Museo de la Siderurgia (Musi) abrirá una nueva etapa tras siete años de vida. Será el próximo mes de julio cuando el equipamiento cultural langreano empiece a funcionar con un nuevo modelo de gestión, que fue presentado por la presidenta del patronato del Musi y alcaldesa de Langreo, María Fernández, en la última reunión del órgano de dirección del centro.

A partir del segundo semestre del año, se recurrirá a una concesión administrativa para gestionar unas instalaciones que aguardan la ampliación proyectada desde hace años y que no han llegado a las cifras de visitantes previstas. Tampoco ha disfrutado del apoyo económico que fue reclamado en diversas ocasiones en años precedentes por el Ayuntamiento al Gobierno regional, al considerar que precisaba el mismo tratamiento dispensado a otros museos de la región. La empresa que se haga cargo de la explotación del museo ubicado en La Felguera tendrá que abonar un canon anual de 1.000 euros más IVA durante la duración del contrato, que será de cuatro años, con la posibilidad de dos prórrogas de un año cada una. Este paso llegará una vez concluya la prórroga que tiene la Consultoría Zeppelin, que ha gestionado el Musi desde sus inicios.

La regidora defendió esta fórmula como una herramienta que busca el impulso del equipamiento pero que también permite un «respiro al presupuesto municipal». Esta situación se produce en un contexto económico difícil en el que el Ayuntamiento apuesta además por otro proyecto turístico que tomó forma en los últimos años y que empezará a funcionar el próximo 15 de junio, el tren minero de Samuño. El presupuesto municipal langreano destina al Museo de la Siderurgia este ejercicio 100.000 euros, una cuantía que con la concesión administrativa se ahorraría. Esto ocurre en una época en la que la difícil situación económica ha llevado a los consistorios a reducir sus gastos.

El Museo de la Siderurgia abrió sus puertas el 13 de septiembre de 2006. El refrigerante de Valnalón fue finalmente la ubicación elegida para comenzar a desarrollar el complejo cultural tras analizar otras posibilidades en el entorno. Esa zona alojaría, según el proyecto, el centro de recepción del centro y se convertiría en el punto de partida del museo, que se vería posteriormente ampliado para lo que se esperaba disponer de partidas de los fondos mineros. Una vez en marcha el equipamiento en su totalidad podría atraer a 145.000 visitantes al año, según los cálculos realizados por la empresa especializada Expo-Ciencia. Calculaba asimismo que crearía, una vez ya ampliado, 22 puestos de trabajo directos y alrededor de 20 más como resultado del incremento de negocio de empresas subcontratadas para determinados servicios como el mantenimiento o la seguridad.

El Ayuntamiento de Langreo miraba a las instalaciones de la antigua factoría Metalsa con vistas al crecimiento del Musi. Con la propietaria de los terrenos, Arcelor-Mittal, firmó el Consistorio en marzo de 2011 un acuerdo mediante el cual el grupo empresarial cedía cuatro instalaciones ubicadas en Valnalón, que ocupan una superficie de 5.511 metros cuadrados. En ese espacio se podría ampliar el Museo de la Siderurgia y poner en marcha el Museo de la Aviación, impulsado por el Círculo Aeronáutico Jesús Fernández Duro. El acuerdo reflejaba que hasta que el Ayuntamiento estuviese en disposición de ejecutar la rehabilitación, para lo que precisaba financiación, las naves podrían seguir siendo utilizadas por Metalsa, filial de Arcelor-Mittal, en precario. El Gobierno local había barajado previamente la idea de expropiar los terrenos para poder desarrollar el proyecto de ampliación del centro expositivo, que no ha visto la luz.

El equipamiento cultural superó en los tres primeros meses tras su apertura las 4.000 visitas. En 2008 recibió a un total de 8.825 personas que recorrieron las instalaciones pero en los años siguientes no se alcanzaron las 7.000, con 6.193 en 2009 y 6.309 en 2010.

El Musi ha incrementado de forma notable en estos seis años sus fondos. Actualmente supera las 600 piezas, lo que representa multiplicar por diez las existentes cuando abrió sus puertas. La mayor parte de ellas han sido cedidas por particulares y empresas y otras fueron adquiridas. Durante este periodo se han recuperado piezas como la locomotora DF607 y la grúa «Leona», guardadas en una de las naves de la futura ampliación.