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RAMÓN TORRECILLAS SAN MILLÁN | Director del Centro de Investigación en Nanomateriales y Nanotecnología (CINN)

"El límite en nanotecnología lo marca la imaginación del investigador y del empresario"

"Buscamos obtener materiales que van más allá en cualquier tipo de propiedad; somos pioneros porque nadie lo hace a una escala tan real"

Ramón Torrecillas.

San Martín del Rey Aurelio se convertirá en los próximos meses en la capital asturiana de la nanotecnología y en uno de los focos mundiales más importantes en la investigación en este campo. A finales del mes pasado se inauguraba en el polígono de La Florida, en Sotrondio, una instalación pionera orientada a la fabricación de los denominados "ultramateriales", productos que ofrecen unas condiciones extremas de dureza, ligereza o resistencia al calor en piezas de muy reducido tamaño. Además, el edificio tecnológico del pozo Entrego acogerá a partir de marzo la sede central del Centro de Investigación en Nanomateriales y Nanotecnología (CINN), ubicada actualmente en Llanera. El alma máter del proyecto es el físico ovetense Ramón Torrecillas San Millán, investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y director del CINN.

-¿Qué es el CINN?

-Se trata de un centro mixto que funciona entre el CSIC, la Universidad de Oviedo y el Principado que tiene por objetivo coordinar la investigación sobre nanomateriales y nanotecnología en una misma instalación. Uno de nuestros retos, además de hacer buena investigación, es ponerla en el mercado y solucionar problemas.

-¿Por qué la planta de Sotrondio es una instalación pionera a nivel mundial?

-Buscamos obtener materiales ultrarresistentes, otros ultraligeros y otros que aguantan 3.000 grados sin deteriorarse. Lo llamamos ultramateriales porque se trata de ir más allá en cualquier tipo de propiedad. Hay más gente trabajando en estos temas, pero nadie lo hace a una escala tan real. Sin salir de España, en Sevilla, Madrid o País Vasco tienen equipos similares al nuestro, pero son mucho más pequeños. Utilizan estas tecnologías para hacer buena ciencia, pero el salto a lo otro exige mucha más investigación y que sea todo mucho más multidisciplinar. Nuestro horno de sinterización (compactación) tiene 12 metros de altura por 6 metros de ancho y 5 metros de profundidad, y permite trabajar en la escala real que necesitan las empresas.

-¿Cómo es el proceso para obtener esos ultramateriales?

-El primer paso tiene lugar en el laboratorio donde se sintetizan, por medio de la química, productos en polvo que van a ser la materia prima. Pueden se oxídicos, metales o carburos, pero en la escala nano. Son polvos a la carta que se obtienen según las propiedades que se buscan y nosotros somos cocineros. Cocinamos en lo nano y para hacerlo denso hay que darle calor. El problema que suele haber es que, al darle calor, ese producto crece y deja de ser nano. Lo que hacemos nosotros con esta tecnología es que somos capaces de que lo nano que hacemos en la materia prima se quede en esa escala. El elemento que se consigue se va analizando y corrigiendo en nuevos ensayos. Así hasta que sale una pieza grande que tiene que ser homogénea y con unas propiedades determinadas. Para producirlo luego en serie ya puedes hacer máquinas específicas para esas condiciones, que son mucho más baratas.

-¿En qué campos se pueden aprovechar esos productos?

-En muchísimos. El avance, el límite, está en la imaginación de los investigadores y de los empresarios. Todo es aprovechable en investigación. Sólo hay que decidir dónde lo utilizo y para qué. Trabajamos, por ejemplo, en el campo de la salud. Puedes obtener implantes de larga durabilidad, comparado con lo que hay hoy en día. Puedes imitar mejor el propio hueso natural y lograr que se integre mejor. También nos movemos en el área de los biocidas y se pueden usar tanto para descontaminar aguas como para evitar problemas de infecciones localizadas en el cuerpo.

-¿Qué otros elementos se pueden conseguir?

-Se pueden emplear ultramateriales en perforación o para útiles de corte de mecanizado que permitan realizar el proceso a mayor velocidad y con una durabilidad muy superior. En óptica también hay muchísimas aplicaciones. Por ejemplo en el tema de reactores de fusión haremos ventanas que permitan controlar el interior por infrarrojos. En aeronáutica se usa para espejos de satélites y contramedidas en los aviones para desviar misiles. También se usa para protección balística, para blindajes de tanques y, en electrónica, para hacer chips de tamaños inferiores a los doce nanometros, que es el límite actual. Introducir los nanomateriales dentro de productos existentes ya puede mejorarlos muchísimo. No es necesario que sean productos totalmente novedosos.

-¿Cómo se transfiere esa innovación a las empresas?

-Nosotros vendemos conocimiento. ¿Cómo es el negocio de la investigación? Tenemos que ser capaces de desarrollar materiales nuevos que patentamos y que después explotan empresas. Esas firmas llegan a un acuerdo con nosotros para pagarnos por el desarrollo de ese producto y un porcentaje sobre sus ventas. Con el dinero nosotros tenemos que progresar y seguir adelante en nuestras investigaciones para sacar materiales y patentes nuevas. Es un ciclo. Cuando más recursos generamos en el mercado más dinero tenemos para investigar. Este sistema funciona regular. Hay países que lo hacen mucho mejor. La UE tiene un gran problema para llevar al mercado la investigación que se desarrolla, que a veces es muy buena. Gastamos dinero, pero la sociedad no se beneficia de ello.

-¿Qué volumen de trabajadores tendrán en San Martín?

-La cifra oscila porque mandamos mucha gente al extranjero. Ahora debemos ser unos 24 del CSIC y una cantidad similar de la Universidad. La idea es acabar todos juntos en el edificio de El Entrego. El problema que tenemos es que los profesores tienen una carga docente importantísima y eso frena mucho su desplazamiento diario al CINN. Todos laboratorios de Llanera se irán a El Entrego. Los equipos del CINN va a estar allí, salvo aquello que son comunes y están en la Universidad. La plantilla de la nave de La Florida también va a crecer y habrá del orden de 15 personas. A medida que vayamos teniendo resultados, eso irá aumentando. Los dos equipamientos estarán muy conectados. En total serán unas 70 personas en un primer momento. No me extrañaría que haya un tránsito frecuente de investigadores pasando por el carril-bici entre El Entrego y Sotrondio. Además, en las instalaciones de La Florida habrá personal de grandes empresas nacionales e internacionales, que estarán desplazados allí para hacer los estudios de los productos con nosotros.

-Uno de los objetivos del CINN es impulsar la creación de nuevas empresas, ¿hay buenas perspectivas?

-Por supuesto. Se van a ir creando nuevas firmas. De momento ya tenemos una idea para una primera spin-off en el campo "bio". Hay otras áreas muy relacionadas con lo que se sabe hacer en Asturias. Por ejemplo, muchos de los componentes que se hacen con estos nanomateriales utilizan mecanizados de alta precisión. ¡Anda que no hay gente buena en esta región en ese área y en el de acabados especiales!. Hay personas muy bien formadas y que no tienen por qué saber nada de nanotecnología. Tienen que saber de lo que saben. Tener buenas manos y aplicarlo a otros materiales.

-¿Qué impacto puede tener la llegada del centro en la comarca del Nalón?

-Nosotros lo que quisiéramos es que empresas nacionales e internacionales, cuando haya una idea que desarrollar, se vinieran al propio edificio de El Entrego y cogieran sus metros de espacio allí para estar cerca de nosotros. Investigaremos y desarrollaremos conjuntamente hasta que esa idea esté lo suficientemente madura. Después les animaremos para que hablen con el Principado o quien corresponda para ver bajo qué condiciones se pueden quedar en la zona. No podemos obligarles a que se queden, pero desde luego nuestra intención es tenerles cerca. Y si tienen cierta dependencia de nosotros preferirán estar cerca.

-¿Puede ser la nanotecnología un foco de crecimiento?

-A mi me parece muy atrevido lo que hacemos y, al mismo tiempo, muy bonito. Hoy en día, con los medios de comunicación existentes, da lo mismo estar en París que en El Entrego. Lo ideal es que haya muchas empresas y otros centros en la zona porque esto da mucha vida y genera nuevas ideas. Asturias carece de capital social. Los directivos de empresas tienen que verse y hablar porque es así como se crea ese capital social. A la región han venido grandes empresas, pero el negocio lo han hecho fuera. En Asturias buscamos más el pescado que la caña y debería ser al revés. En lugar de pensar tanto en grandes multinacionales, que de la misma forma que vienen se van, deberíamos pensar en tener empresarios propios porque esos no se van.

-¿Cómo valora el volumen de recursos destinados a I+D?

-Creo que ha habido hasta un exceso de dinero, no tanto para temas de investigación como de innovación. La cantidad de dinero que se ha puesto a disposición de las empresas en España ha sido una verdadera exageración porque no tenían capacidad para absorberlo y no se utilizó bien. Grandes compañías han tenido acceso a muchos recursos y han logrado pobres resultados. En cambio, empresas pequeñas que tenían muchos problemas para convencer a la Administración de que merecían ese dinero estaban haciendo grandes cosas. Con la crisis sólo quien hacían buenas cosas se mantuvo. Cuesta decirlo, pero la crisis en parte está viniendo bien para poner un poco de orden en la inversión en innovación, aunque estamos sufriendo mucho.

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