El Ecomuseo de Samuño celebró ayer su primer año de vida, un ejercicio en el que ha sumado 34.000 visitas gracias al tirón de su tren minero. El conjunto, además, sigue creciendo. "La oferta se va a ir ampliando progresivamente", anunció ayer la alcaldesa de Langreo, María Fernández. Como muestra de ello, el mismo día que el principal equipamiento turístico de Langreo cumplía un año se inauguró una nueva zona expositiva, la antigua casa de aseos del pozo San Luis de La Nueva. No será la última, porque el Ayuntamiento trabaja en la rehabilitación de la cantina, que cuando esté lista se abrirá como bar dentro del recinto del ecomuseo, mediante una concesión.

La alcaldesa de Langreo subrayó que la intención del Consistorio se ampliar los contenidos del ecomuseo minero mediante la recuperación de todas las áreas del antiguo pozo San Luis de La Nueva. En la inauguración de la casa de aseos se destacó que el equipamiento tuvo, en su primer año de vida, 34.000 visitantes, muy por encima de las previsiones.

El próximo proyecto será la apertura de la cantina, cuyo arreglo se está desarrollando con "medios municipales", trabajadores del Ayuntamiento y del plan de empleo. Cuando esté listo, "lo licitaremos e intentaremos que sea lo antes posible, para que pueda estar abierto en temporada estival, al menos a finales del verano", señaló la alcaldesa.

La inauguración del nuevo espacio se realizó al mismo tiempo que un grupo de turistas llegaba a la casa de aseos. Óscar Rodríguez, guía del ecomuseo, explicó que el edificio era utilizado por los mineros como vestuario y zona para ducharse, y que la ropa de la mina se colgaba en alto porque "era inútil lavarla todos los días, porque quedaba muy sucia. Lo que se hacía era colgarla porque el minero salía del tajo mojado y así se secaba de un día para otro, lo que no ocurría si se guardaba en la taquilla". Este sistema de ropa colgada "se encuentra en todos los pozos asturianos, de hecho, en sitios donde se quiso cambiar llegaron a producirse huelgas". La casa de aseos, además, era algo más que un vestuario. Era una zona "que escapaba al control de los jefes, y aquí se hacía mucha vida sindical y reivindicativa, se juntaban los relevos y se hablaba de lo que ocurría en la empresa". La casa de aseos del San Luis tenía calefacción y agua caliente ya en 1935, "todo un lujo para la época, no lo había ni en las casas". Por eso, los domingos, llegó a abrirse a los niños del pueblo, para que pudieran bañarse con agua caliente una vez a la semana. "Era su spa".