"En la vida, para hacer las cosas bien y disfrutar, hay que ponerles mucho amor". La que así habla es Olga Santos, premiada este 8 de octubre en Caso como "Artesana del año" en el concejo. Un galardón que le llega gracias a su obra pictórica, que inició ya casi con 60 años. Ahora tiene unos bien llevados 75, y sólo piensa "en seguir disfrutando".

Natural de Orlé, Olga Santos pertenece a una generación de casinos que vieron fuera de España las oportunidades que les negaba el país. Siempre había tenido en su interior el gusto por la pintura, pero en 1959 emigró a Alemania, y en el estado de Waden-Wurtemberg (cuya capital es Stuttgart) trabajó, durante dos décadas, en distintas fábricas textiles. Allí conoció a su marido, natural de Albacete, y tuvo una hija. "Sigo teniendo mucho contacto con Alemania. Mi hermana sigue casada allí", explica Olga Santos, delante del puesto con sus pinturas que instaló con motivo de la muestra de artesanía que, año tras año, se celebra coincidiendo con el concurso de ganado de Caso.

En 1980, con su familia, volvió a España, a Alicante. Allí montó una tienda de comestibles. "Siempre fui un poco tendera. Me gusta hablar con la gente, ser un poco relaciones públicas, como mi hija". En 1992 vendió la tienda, y su hija la animó a apuntarse a clases de pintura. Su profesor fue el pintor alicantino Ramón Guardiola. "Cuando lo conocí y asistí a la primera lección estaba tan emocionada que ni pude dormir". Los talleres sirvieron parq que Santos aprendiera "a hacer un poco de todo, a dar texturas, pero sobre todo, a ponerle amor a lo que se hace". Y es que este es precisamente el leitmotiv de la vida de Olga Santos: "a la vida hay que ponerle amor, siempre".

La muerte de su marido marcó un punto de inflexión en su vida. Decidió volver a su concejo natal, pero esta vez a la localidad de Campo de Caso, donde arregló una casa. "Lo mejor que pude hacer fue volver", afirma Santos, que se muestra muy contenta en el municipio. "De esto hace unos cinco años, fue algo bonito volver. La Novena Sinfonía de Beethoven es divina para los oídos. Para mí, oir los cencerros de las vacas también lo es. Es mi libertad", expuso Santos, que sigue pintando y vendiendo sus obras de manera habitual.

Una de las primeras cosas que hizo en su retorno fue proponer hacer un mural en el desvío de la carretera de Campo de Caso a Infiesto (la que va a Orlé). Allí, unas pintadas reivindicaban la necesidad de arreglar la carretera. "Lo que hicimos fue mantener el mensaje, pero realizando un mural bonito". Un trabajo que sigue pudiendo verse, y que además, está justo al lado de su casa del Campu. "Ahora", concluyó la "Artesana del año", "estoy completamente integrada, y es una gran alegría recibr el premio. Estuve mucho tiempo fuera, pero el habla casina no se me olvidó".