Quemar la casa y el coche de sus vecinos mientras estaban en casa, y luego amenazarles con una navaja. Este es el motivo por el que ayer se juzgó en Langreo a Aquilino Javier F. M., residente en Lada, que confesó ser el autor material del incendio ante sus vecinos y ante la Policía. La acusación particular pide una pena de hasta 26 años de prisión, mientras que la Fiscalía rebaja su petición a año y medio de cárcel, mientras que la defensa aceptaría una pena como la que solicita el ministerio público, si bien reclama inicialmente la libre absolución, ya que su cliente "tuvo un acto de rabia" y sólo quería "dar un susto" al padre de la familia de la casa a la que prendió fuego.

Los hechos ocurrieron en noviembre de 2013. La noche antes, el acusado y su vecino habían ido de copas -cada uno de ellos ofreció una versión distinta de la juerga-. Cuando despertó, vio que no tenía dinero -había sacado 400 euros en un cajero la noche antes- y que le faltaba un crucifijo. Culpó a su vecino de lo ocurrido, y en ese momento, cogió una lata de gasolina. A partir de este punto las versiones difieren. El acusado dice que sólo quemó "una ropa y zapatos" en el suelo, ante la casa. También afirmó que en la trifulca posterior, una vez los vecinos apagaron el fuego, fue él quien voluntariamente tiró la navaja. El acusado, a tratamiento psiquiátrico por alcoholismo -dijo que llevaba meses sin beber- insistió en en aquel momento "no era dueño de mis actos". Aquilino Javier F. M. se acogió en su declaración a su derecho a no contestar a las preguntas de la acusación particular, el abogado Damián Suárez. Los policías que declararon que cuando llegaron el fuego estaba apagado, y que fue el propio acusado el que se inculpó, por lo que lo detuvieron. Afirmaron que también dijo, nervioso, que tendría que "haberlos matado a todos". La policía científica explicó que el fuego tuvo cuatro focos, dos en el coche aparcado delante de la casa, y dos en la fachada: uno en la ventana enrejada, tras la cual dormían dos niñas -hija y sobrina del matrimonio dueño de la casa-, y otro en la fachada, entre una ventana y la puerta metálica. También indicó que el fuego podría haberse propagado por el interior de la casa si no se hubiese apagado con celeridad. Pese a estar lloviendo ese día, apuntó que la posibilidad de que el incendio se apagase solo era "pequeña". Por su parte, los propietarios de la casa dijeron que "nos despertó una explosión y una llamarada que pasó bajo la puerta. Podría haber ocurrido una desgracia".

En las conclusiones finales, el abogado defensor, José Antonio Gutiérrez, subrayó que su cliente no estaba en plenas facultades, y afirmó que no pudo ser autor de un delito de "incendio" -que trae consigo poner en peligro a personas-, y que tampoco cometió tentativa alguna de homicidio. Solicitó, en caso de algún tipo de condena, los atenuantes de "arrebato" y de "confesión", y pidió la libre absolución. Mientras, Damián Suárez subrayó que la policía científica "señaló el riesgo de propagación del incendio", por lo que "sí se puso en peligro" a la familia. Por ello, solicita una pena de 10 años por el delito de "incendio", a la que hay que añadir cinco años por cada uno de los tres presuntos intentos de homicidio de los que le acusa, y un año más por amenazas cuando el acusado portaba la navaja.

Antes del juicio, la acusación intentó trasladar sin éxito su celebración a la Audiencia Provincial, ya que el juzgado de lo Penal de Langreo no puede imponer penas de más de cinco años.