Cuarenta familias asturianas con hijos diabéticos -entre ellas varias de Langreo, San Martín del Rey Aurelio y Mieres- se han organizado en una plataforma para reclamar a la Consejería de Sanidad la mejora de los materiales médicos utilizados por los niños para inyectarse insulina y realizar las mediciones del nivel de glucosa en sangre. Los padres piden que se recuperen las agujas suministradas hasta marzo y que fueron reemplazadas por otras que generan mayor abrasión a los menores al inyectarse la insulina. También piden que se subvencionen sistemas de monitorización continua, que evitan que los pequeños tengan que pincharse una decena de veces al día para controlar su enfermedad.

La plataforma se ha creado en torno a las redes sociales, bajo la denominación de "Dulces guerreros asturianos". Este cauce ha servido para compartir experiencias y poner en marcha actividades de sensibilización. Actualmente impulsan una recogida de firmas que quieren entregar al Principado, con el objeto de rechazar recortes en sanidad en diabetes, "en este caso forma de adjudicación de un material que entendemos que es más económico y de peor calidad que el anterior", indicó Elías Campillo, diabético y padre de una niña de ocho años que también sufre la enfermedad.

Un niño diabético puede tener que inyectarse insulina un mínimo de cuatro veces al día. La nuevas agujas, según denuncian las familias, son de peor calidad. "Los precintos de esterilización se rasgan con facilidad, se suelen pasar de rosca al colocarse en el bolígrafo de insulina y causan mucha más abrasión y dolor a los niños. Las agujas de antes eran de acero quirúrgico y venían envueltas en un material que hacían que se deslizaran mejor", argumentó Campillo.

En el caso de la monitorización, las mediciones de glucosa se realizan actualmente con un pinchador que permite extraer una gota se sangre y colocarla en una tira reactiva que posteriormente se lee en un glucómetro. Esto obliga a los pequeños a pincharse antes y después de cada comida. Las familias quieren que se subvencionen sistemas de monitorización continua que consisten en la colocación de un sensor en el brazo que suministra la información cuando se pasa un lector junto a él, sin pinchazos.

"Hablamos de niños. La enfermedad para ellos ya es algo traumático como para que encima sufran dolor al inyectarse o tengan que pincharse cuando puede evitarse", concluyó Campillo.