Manuel Rodríguez, el acusado de matar de una puñalada a su hermano Juan Carlos en Les Tejeres de Lada (Langreo), no será juzgado por segunda vez. El langreano había sido condenado el año pasado a una pena de tres años y medio de prisión por un jurado popular, pero el Tribunal Supremo anuló aquel procedimiento. Estaba previsto celebrar un segundo juicio ayer, pero los abogados -defensa y acusación particular- y la Fiscalía llegaron a un acuerdo. Rodríguez pasará nueve años y nueve meses en prisión, y no los veinte que pedía el Ministerio Fiscal. Está condenado a un destierro y orden de alejamiento de la expareja y las hijas de la víctima durante diecinueve años y al pago de una indemnización de 120.000 euros. Tras aceptar su condena, Rodríguez pronunció una disculpa en la sala: "Lo siento en el alma, la pena me va a durar siempre. Era mi hermano, de todos el que más quería", aseguró.

El inicio del juicio estaba previsto para las diez y media, pero la fiscal del caso y los letrados se reunieron un cuarto de hora antes. En el pasillo de la Audiencia Provincial esperaban los familiares del fallecido, que presentaron la acusación particular. Había gestos de impaciencia y también de rabia. Aunque han pasado tres años desde el día en el que se produjeron los hechos, el recuerdo entre la familia sigue muy vivo.

La muerte de Juan Carlos Rodríguez tuvo lugar el 7 de mayo de 2012. El hombre había acudido a casa de su hermana para, según la Fiscalía, "afearle que maltratara a su madre". Manuel Rodríguez sacó entonces un cuchillo de grandes dimensiones y se lo clavó en la espalda. También hirió a su madre, que ayer no pudo acudir a la Audiencia Provincial.

"Está muy mayor ya y sufre depresión", explicaron ayer los familiares en el pasillo de la Audiencia. Un cuadro que se vio agravado en los últimos días con una crisis de ansiedad: "Esto es imposible dejarlo atrás, no va a olvidarlo nunca, nunca vamos a descansar", añadieron.

La madre de Manuel Rodríguez sí había acudido al juicio que se celebró el año pasado y que culminó con la condena de tres años y medio. Un fallo que recurrieron tanto la Fiscalía como la acusación particular. El Tribunal Superior de Justicia estimó la súplica y declaró la nulidad del juicio. Basó su decisión en "la insuficiente, contradictoria y arbitraria motivación del veredicto, en relación a la no apreciación del 'animus necandi' (deseo o intención de matar), ya fuera como dolo directo o eventual". Ordenó la devolución de la causa a la Audiencia Provincial, que ayer preparaba la primera vista con un nuevo jurado y un nuevo magistrado.

Pero no llegó a celebrarse. El abogado de la acusación particular, Andrés Martínez, informó a la familia del acuerdo poco más tarde de las once. Hubo gestos de asentimiento y también caras de preocupación hasta que, un poco antes de las once y media, el letrado confirmó que ya había un acuerdo.

La sala abrió las puertas, poco después, para la lectura del acuerdo. El acusado aceptó las condiciones y, a instancias del juez, tomó la palabra: "Quiero decir que tengo varios hermanos y que éste es al que yo más quería", afirmó. Pidió perdón a su familia, "lo siento en el alma esta pena me va a durar siempre" y también culpó al destino de la muerte de su hermano: "Tuve la mala suerte de que se le rompiera la vena del riñón", aseguró. Dijo sufrir cuadros de ansiedad y depresión porque en la celda no deja de pensar en la víctima.

La familia no lo pudo escuchar porque nadie quiso entrar en la sala de la Audiencia Provincial. "El fallecimiento de un familiar nunca se va a compensar, ni con diez ni con veinte años de prisión", aseguró el abogado de la acusación. Dos décadas era la petición del Ministerio Fiscal y también de la Fiscalía. En el juicio, destacó Martínez, "esperábamos obtener entre diez y doce años de privación de libertad pero el pacto nos deja la tranquilidad de que estará seis años más en prisión".

Para llegar a este punto, los cargos que había propuesto la Fiscalía se rebajaron de asesinato con alevosía a homicidio con los agravantes de parentesco, reparación del daño y arrebato. La decisión de aceptar por parte de la acusación particular, según Martínez, se basó en que "en un juicio estás siempre pendiente de lo que puedan decir los testigos, las pruebas periciales y los familiares prefirieron no pasar de nuevo por la tortura de estar recordando todo eso durante días".

Lo que no quiso negociar la familia del fallecido fue la pena de destierro y orden de alejamiento para el acusado. Manuel Rodríguez no podrá vivir en Asturias durante veinte años y tiene prohibido acercarse a menos de quinientos metros de la expareja y las hijas de la víctima durante otras dos décadas.