¿Nos tomamos la alimentación de nuestros hijos en serio? Una buena pregunta a la que Ana Fernández Cueto dio respuesta en su charla "Tómate las comidas en serio" impartida en el salón de actos del Centro de Innovación del Alto Nalón en Pola de Laviana. La presentación estaba incluida en el ciclo "Educación y familia" organizado por la Concejalía de Educación del Ayuntamiento de Laviana, en colaboración con el Club LA NUEVA ESPAÑA en las Cuencas. La ponente fue presentada por la concejala Inés García Vega que recordó los objetivos del ciclo, centrado en el fomento del esfuerzo y la constancia.

Ana Fernández presentó un conjunto de experiencias científicas, saludables y sostenibles enfocadas a la infancia, la juventud y las familias. Animó a las personas que estaban en la sala a sacar tanto al científico como al "Foodie" saludable que llevamos dentro, siendo sostenibles con el medio ambiente que nos rodea en cada una de nuestras acciones formativas. Comparte la opinión de que los niños toman a sus progenitores y a su círculo familiar más próximo como ejemplo, porque "somos el espejo en el que se van a mirar, nos imitan".

Es necesario analizar los hábitos alimenticios y ver cómo influyen los diferentes grupos de alimentos en las diversas comidas que se hacen a lo largo del día. Así que hay que escoger entre la comida precocinada o la que cocinamos y cuidamos. Algo fácil de comprobar si nos preguntamos por la cantidad de frutas y verduras que consumimos de forma habitual.

La ponente afirmó que si "consumimos bien" estos alimentos "nos van a permitir que nuestras digestiones sean buenas". Algo que, a su juicio, "no es incompatible con un perrito caliente, por ejemplo, si se ha cumplido con la ingesta de frutas y verduras".

Experimentar

Fernández también abogó por aprovechar diferentes momentos para transmitir buenos hábitos de alimentación y vida sana. Indicó que "cualquier momento es bueno para experimentar emociones con los sentidos" y recordó que los progenitores pueden influir en diferentes momentos, como las cenas y los fines de semana en los que pueden "elaborar los menús, innovar en las recetas o adornar los platos". Pero también cuando van a un centro comercial, "todo un laboratorio de los sentidos". En esas salidas pueden experimentar, primero a través de la vista con los colores verdes de las lechugas o los naranjas de las zanahorias, luego con el tacto tocando la piel de las frutas. Ana Fernández entiende que "es importante implicarse desde la infancia cuando empiezan a reafirmar su personalidad y a descubrir un mundo de emociones y sensaciones ante ellos"

Esa influencia no está reservada solo para madres y madres, sino también a los abuelos que pueden recordarles cómo eran sus meriendas o llevarles a huertos para comprobar sobre el terreno cómo es posible la sostenibilidad de la alimentación en lo más cercano.

Si se tienen en cuenta todas estas cuestiones, los más jóvenes comprobarán que "comer sano es muy saludable y divertido; no deben tener miedo a probar cosas nuevas". Utilizó el ejemplo de las ensaladas, "verdaderos monstruos para muchos pequeños", que se pueden presentar de manera distinta, como en una lata de conserva y sustituyendo salsas como el kétchup por un ácido graso bueno como el aceite de oliva.

Para demostrar que la química está presente en nuestra vida diaria, los asistentes al acto degustaron un sencillo producto que les dejó un buen sabor de boca, sin necesidad de recurrir a las "chuches" que no son nutrientes.