El pozo Sotón recibió en 2015, en el primer año en el que la instalación acogió turistas, a un total de 1.022 visitantes. La mina estuvo abierta durante 123 días y únicamente diez personas pueden bajar al pozo cada día, con lo que el índice de ocupación fue del 83 por ciento. Los responsables de Hunosa mostraron su satisfacción con el impacto que ha tenido el recorrido por Sotón en su primer año en servicio. La cifra se corresponde con las visitas al interior de la mina. No están contabilizados los turistas que disfrutaron del itinerario exterior, que se puso en marcha en otoño.

Las visitas al pozo Sotón están en marcha desde junio. El equipo de guías está formado por seis mineros en activo. Los recorridos interiores duran cinco horas y se realizan de lunes a viernes. Las tareas de mantenimiento se realizan de forma paralela a la organización de las visitas, en días concretos, por lo que no se prevé que sea necesario cerrar la mina para tareas de conservación durante períodos de tiempo prolongados. Las condiciones meteorológicas externas tampoco afectan en el pozo, que mantiene una temperatura relativamente estable a lo largo de todo el año.

Los turistas bajan en Sotón a una profundidad de 400 metros. La mina estuvo en activo hasta finales del 2014 y ahora funciona como pozo auxiliar de María Luisa. Tiene 140 kilómetros de galerías. La organización de las visitas corre a cargo de Hunosa, propietaria de la instalación. Antes de empezar el recorrido, el visitante recibe una charla informativa. También se le proporciona un mono minero, unos guantes, un equipo de respiración autónoma para casos de emergencia y un casco donde se acopla la lámpara de interior. El recorrido en superficie transita por la sala de control ambiental (donde se controla el nivel de gases de la explotación) y la sala de máquinas, que abastece de electricidad y aire comprimido a la mina para que los aparatos puedan funcionar. La jaula puede transportar ocho toneladas de peso o a cincuenta mineros en cada viaje. En la jaula se desciende hasta octava planta. A escasos metros de la caña está la diminuta entrada a "La Jota", una chimenea de ventilación, utilizada también como salida auxiliar, ejecutada manualmente y reforzada únicamente con piezas de madera. La longitud es de 100 metros y la pendiente media supera los 43 grados. La sección media de paso en algunos tramos es inferior al metro cuadrado, lo que obliga a avanzar arrastrado, con los pies por delante.

Tras deslizarse por "La Jota" el turista aparece en novena planta, a 467 metros de profundidad. En la galería puede haber cambios bruscos de temperatura dependiendo de si la zona está cerca de la ventilación principal (la que llega por la caña del pozo) o la secundaria (de ventiladores). En la zona hay una vagoneta llena de carbón para que los guías expliquen los tipos de mineral y las diferentes formas de obtenerlo: el empleo de rozadoras y automarchantes, el frente de galería (en el que se avanza utilizando explosivos) y la explotación por subniveles, una combinación de los dos sistemas anteriores en la que las plantas llegan a comunicarse (la novena con la décima).