La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

MARI PAZ GONZÁLEZ | PRESIDENTA DEL ASOCIACIÓN CULTURAL MAURA XEVA

Una mujer que tiende puentes

Hija de un obrero sindicalista y de una ama de casa, adquirió conciencia y espíritu de lucha por la igualdad en la escuela de San Cristóbal

Una mujer que tiende puentes

La cultura y el diálogo. Esas son las herramientas que utiliza la avilesina Mari Paz González para trabajar en favor de la integración. Su labor con el colectivo de marroquíes de La Luz le ha hecho merecedora de un homenaje por parte de la Asociación de Marroquíes de Asturias. La intervención para favorecer la socialización de los niños y de sus familias fue "a golpe de teatro, de castañuelas, de festivales..." Eso y una dedicación de todas las tardes del mundo.

González, hija de un obrero sindicalista y de una ama de casa, asegura que su espíritu de lucha por la igualdad comenzó en la escuela de San Cristóbal, donde tenía compañeros de diferentes etnias y capacidades. "Mi compromiso se forjó desde bien pequeña. Ya entonces me molestaban las desigualdades. Luego me fui ligando al movimiento asociativo, estudiando, leyendo... Hay que integrar al que no se integra", resume esta avilesina que a los 12 años fue delegada de curso, en el colegio La Carriona, y a los 18 se incorporó a la junta directiva de la asociación de vecinos "La Atalaya" de San Cristóbal.

Su nombre está vinculado también a la asociación cultural Maura Xeva -significa "Caldera Vieja"-, que fundó hace 22 años junto a Noelia Martínez, Manuel Ángel Gutiérrez, Alejandro Arango, Santiago Robles y María José Montero y de la que sigue siendo presidenta. Fueron muchas horas de baile recuperando las tradiciones asturianas, pero también de teatro y de otras actividades de divulgación cultural.

Hace 14 años, esta mujer comenzó a impartir en los colegios actividades complementarias y presenció la confrontación cultural derivada de la llegada de un buen número de familias inmigrantes. Y en La Luz le tocó lidiar con los niños, ya nacidos en Asturias, de una nutrida comunidad marroquí: "Los críos llevan conmigo desde que nacieron, estoy muy vinculada a ellos y también a las mujeres, con clases de árabe, de español... trabajando en su integración".

Mari Paz González sintió la necesidad de "tirar" por este colectivo, que mantiene unas señas de identidad muy fuertes. "Necesitaban integrarse en la sociedad, en un espacio donde no se quedasen atrás, y aprender las normas del país sin renunciar a su identidad: su lengua, su cultura". Canalizar todo eso llevó un trecho, pero González asegura que la comunidad marroquí lo puso fácil: "Se adaptan bastante bien". Ella insiste en explicarles que hay unas obligaciones que cumplir, y que luego en su ámbito privado pueden ser fieles a sus tradiciones. "Hay avances. La directiva de la Asociación de Marroquíes de Asturias pasó de estar formada exclusivamente por hombres a ser todo mujeres, excepto el presidente. Ellas son las que trabajan la escuela para niños, las que consiguieron libros oficiales de idioma árabe del consulado de Marruecos...".

A través de los menores, Mari Paz González fue llegando al resto de la familia: padres, abuelos, tíos. "Si no, no vale de nada, seguiríamos creando gueto". El afán de integración tuvo momentos muy simbólicos, como la celebración de Navidad con un Jesús negro en el belén viviente. "Todo es a fuerza de diálogo. No podemos imponer ni unos ni otros". Todo este trabajo conjunto ha permitido que esta comunidad de marroquíes esté plenamente integrada. "Las generaciones nuevas vienen pisando muy fuerte. Las jóvenes se están preparando, están estudiando". El más pequeño de sus "niños" tiene 15 años, los mayores ya están en la Universidad.

González rechaza la idea de radicalidad que muchas veces se asocia a Marruecos. "Tienen una cultura muy arraigada, una gastronomía intensa, unas mujeres guapísimas, unas connotaciones de libertad que en algún momento que se atisban, pero en las que hace falta progresar un poco más. Es cuestión de ayudarlos, y se dejan". Además del contacto con esta comunidad marroquí, conoce la cultura gracias a los viajes que hizo por el norte de África. "Estar en sus casas es muy edificante. Te sientas en el suelo, tomas el té como allí, las pastas, la sémola..." Cada vez que estas familias van a Marruecos llenan a Mari Paz González de regalos: "Tengo todos los brazaletes, túnicas y babuchas. Lo mejor de Marruecos está en mi casa, es increíble. Pero lo que de verdad aprecio es que me dieron mucha enseñanza".

Todo el trabajo comenzó en el colegio y después se canalizó a través de Maura Xeva, sin ayudas, aprovechando espacios públicos, normalmente la biblioteca de La Luz, donde se realizan las clases de teatro. "Este premio anima a seguir trabajando. Esto hay que sacarlo delante de acuerdo con los principios sociales de igualdad y solidaridad. No hay más vía que invertir en cultura". Lo único que lamenta González es que la Administración no apoye este tipo de iniciativas: "Las entidades culturales movemos a mucha gente y con muy poco apoyo nos basta para sacar los proyectos adelante".

Compartir el artículo

stats