Ya lo anticiparon los sindicatos y el presidente de Hunosa, Gregorio Rabanal, lo confirmó ayer. El lavadero del Batán, ubicado en Mieres, será uno de los pilares del futuro de la compañía estatal, dedicándose al lavado de carbón de otras empresas. Rabanal, que participó en las Jornadas Técnicas sobre la Descarbonización en el Noroeste de España organizadas en la Escuela de Ingeniería de Minas, Energía y Materiales de Oviedo, aseguró que la instalación "tiene unas perspectivas prometedoras". De hecho, duplicará la carga de trabajo con respecto al ejercicio anterior, pasando de 100.000 a más de 200.000 toneladas.

Rabanal señaló que el Batán se desvinculó del pozo Nicolasa en 2019 y pasó a ofrecerse a otras empresas para que lavasen allí su carbón. "Hemos descubierto que es una instalación francamente útil para este tipo de mercados", aseveró. Esta aventura comenzó en el verano del año pasado y, hasta diciembre, consiguieron lavar unas 100.000 toneladas de carbón. Para el presente ejercicio, las expectativas son de entre 200.000 y 300.000 toneladas. Apuntó, además el presidente de Hunosa que la capacidad de esta instalación es de un millón de toneladas. Unos buenos datos de los que también dieron cuenta un día atrás los sindicatos mineros, quienes aseguraron que podría salvar el empleo de esta división de la compañía e incluso aumentarlo.

Pero el presidente de la firma estatal no se centró ayer en la actividad del lavadero mierense, sino que aludió a los diferentes proyectos de futuro que tiene por delante la compañía. Así, se refirió a la central térmica de La Pereda y a su conversión como una planta de biomasa. Hizo Rabanal una breve referencia a los orígenes de la térmica, "que contó con una tecnología muy novedosa cuando se creó, tanto, que podía coger combustible de muy baja calidad". No sólo eso, también desde el punto de vista ambiental, ya que "todavía sigue cumpliendo la normativa sin haber hecho modificaciones".

La central térmica de La Pereda, tal y como se encuentra en la actualidad, puede seguir funcionando hasta diciembre del año que viene, pero la intención de Hunosa es mantenerla, aunque quemando otro tipo de combustibles. La propuesta, como destacó el presidente de Hunosa, "es modificar la térmica para la biomasa, teniendo así cabida en una economía exenta de carbón". La transformación "no es complicada ni costosa y será factible en un horizonte de dos a tres años", tal y como había publicado LA NUEVA ESPAÑA.

El máximo responsable de la firma estatal confirmó que la planta seguirá teniendo 50 megavatios y precisará entre 350.000 y 400.000 toneladas anuales de biomasa. En este sentido, Hunosa prevé obtener unas 9.000 toneladas anuales de combustible dentro de los terrenos de su propiedad. El resto, como explicó Rabanal, también podrá salir de Asturias "que tiene un potencial forestal sin explotar". Abogó así por recuperar estas labores, aunque dio cuenta de que no será un camino fácil tanto por la orografía del terrenos como por la estructura de la propiedad de los montes que es "minifundista, atomizada y olvidada en algunos casos". Por eso destacó que "hay que hacer un esfuerzo importante, no en la central, sino en la organización de toda la gestión y explotación de la biomasa, y esto tendrá que pasar por distintas fases". Esto, además, traería consigo la creación de nuevos puestos de trabajo. Rabanal no se atrevió a cuantificarlos, pero sí aseguró que "sería una actividad generadora de empleo".

Tampoco obvió el presidente de Hunosa el proyecto para abrir una central térmica de biomasa en el polígono de Reicastro, que surgió con la anterior dirección de la empresa estatal. "Era un proyecto para crear una central de 15 megavatios y todos los análisis dicen que no era económicamente viable por sí sola, lo viable sería a partir de 50 megavatios", potencia que sí se daría al convertir la térmica de La Pereda. Por último, señaló Rabanal que aunque se reconvierta a la biomasa "siempre hablamos de hibridación porque se podría mezclar la biomasa con otros combustibles más tradicionales". De hecho, por la tecnología de la planta, la térmica precisa de un mineral para que haga lecho.