Salas,

V. DÍAZ PEÑAS

El de ayer fue uno de los días más duros y difíciles que se recuerdan en Salas. Muchos aún se despertaron queriendo creer que todo había sido una pesadilla, que Borja Peña y David Antón seguían con vida. Sin embargo, no era así. Todo el pueblo, sin excepción, era partícipe de un sentimiento de pena y tristeza que inundaba el aire de la villa de Salas. Un día muy duro en el que apenas hubo palabras. La carretera había sesgado la vida de dos jóvenes de 19 años muy queridos en el concejo, pues desde bien pequeños se les vio correr y crecer por las calles y plazas de Salas.

Nadie se podía explicar el desenlace del trágico accidente que había sucedido dos días atrás. Un suceso que acabó con la vida de Borja y David y que dejó, además, otros cinco heridos graves y tres de carácter leve. Un accidente ocurrido la noche del sábado en la carretera nacional 634, entre el alto de la Cabruñana y el núcleo de La Rodriga, y que conmovió a todo un concejo.

Los cuerpos sin vida de los dos jóvenes llegaron al tanatorio de Salas, donde desde la tarde noche del domingo se instaló la capilla ardiente, sobre la una de la tarde de ayer, después de que les fuera realizada la autopsia en el anatómico forense de la capital ovetense. Éste, sin duda, fue uno de los momentos más complicados del día de ayer, un momento en el que los padres de ambos chavales rompieron en lágrimas sin encontrar consuelo a esas muertes.

Por el tanatorio de la villa pasaron durante el domingo y ayer más de mil personas, que mostraron su pésame y su dolor por lo sucedido a los padres de los jóvenes fallecidos. Una afluencia de cuidadanos y vecinos que se vio repetida en la tarde de ayer, cuando a las cinco de la tarde se celebró, en la colegiata de Santa María la Mayor de Salas, el funeral por Borja y David. Una jornada en la que los hosteleros y comercios de Salas cerraron sus puertas de cuatro a seis de la tarde en señal de duelo y en el que el Ayuntamiento declaró oficialmente dos días de luto por la muerte de estos dos jóvenes.

Desde primeras horas de la tarde fueron también cientos los vecinos, amigos y familiares que se acercaron hasta el templo para rendir un sentido y emocionado último adiós a estos dos chavales nacidos y criados en esta pequeña villa, vecinos y compañeros en el equipo de fútbol de Salas, que la mañana del sábado jugó en Tapia.

A las cinco de la tarde, cuando los coches fúnebres llegaron a la colegiata, el silencio se apoderó de la población. Un silencio que sólo se vio roto por los llantos de los familiares y de los amigos de los jóvenes, muchos de ellos de corta edad. Un sobrecogedor momento que saltó las lágrimas a más de uno de los presentes y que se hizo más duro cuando los féretros fueron conducidos, tras los padres de las víctimas, al interior del templo. El párroco de Salas comenzó la misa señalando que se trataba de un día en el que las palabras habían dejado paso al silencio y al dolor de todo un pueblo. Una jornada triste en la que se despedía a dos jóvenes que tenían toda la vida por delante y que, de forma inesperada e inexplicable, aumentaron la larga lista de fallecidos por accidente de tráfico. Sin embargo, a pesar de la pena reinante en la iglesia, el páter tuvo palabras de ánimo para los familiares y amigos de Borja y de David, animándolos a seguir adelante, luchando por la vida.

Borja Peña, apasionado desde pequeño por los deportes relacionados con el mundo del motor, fue enterrado tras el funeral en el panteón familiar del cementerio del núcleo de Bodenaya. David Antón, amante del deporte y de la música, recibió sepultura en el cementerio municipal de Salas.

A última hora de ayer los cinco heridos graves permanecían hospitalizados. Eduardo P. R. y Pilar G. R. continuaban en la unidad de vigilancia intensiva, mientras que Eloy L. F. y Mercedes F. F. permanecían en reanimación. Además, Hugo F. N., que en un principio fue trasladado al Hospital San Agustín de Avilés para ser posteriormente llevado al Hospital Central por su gravedad, estaba ayer en neurocirugía.