Tapia, Jorge JARDÓN

«Yo hago de todo, aunque me decanto por la marroquinería y por la restauración de muebles antiguos que llevan cuero». Así lo señala Beatriz Martínez, quien tiene una tienda taller en Tapia. Y hasta tal punto hace de todo que basta comprobar la diversidad de objetos que elabora y que se almacenan en su local.

En verano su trabajo está más bien destinado a las carteras, monederos, pulseras, collares y sandalias de cuero confeccionadas a la medida. En cambio, en invierno se refiere mayoritariamente a los sillines de las motos grandes de paseo, a los embellecedores, a las alforjas y a trabajos para restaurantes, hoteles y casas rurales, para los que suele elaborar las cartas de los menús, vades para escribanías, biombos, revisteros y objetos diversos. También hace sombreros, chalecos, maletas y bolsos de viaje a base de prendas de cuero que la gente tenga fuera de uso, pero en este caso sólo cuando se trata de los propios dueños de la prenda.

Beatriz Martínez señala que «podemos sobrevivir si hacemos ferias de artesanía para poder trabajar en invierno». Aunque apostilla que andar por las ferias es una tarea dura y reconoce que muchos artesanos aparecen una vez y en la siguiente edición ya no se presentan. Eso explica que ella sea una defensora de las ferias, de modo que ha recorrido las de Burgos, Guadalajara, Cantabria, Galicia y Soria, así como todas aquellas localidades que tengan conexión con la ruta jacobea, como forma de ir conociéndola con el tiempo. Sólo tiene pendiente para completarla Huesca y el Pirineo. «Con eso pago tributo a mi afición por la historia, lo mismo que otros artesanos recorren los litorales o las playas».

Beatriz Martínez contó con un maestro excepcional, un libanés que tenía taller en Dakar, pero que luego vino a establecerse a Canarias, donde lo conoció. Recuerda que vendían especialmente a los alemanes y que en aquellos tiempos conseguían que les pagaran por un cinturón 6.000 pesetas, una cantidad que no tiene nada que ver con los precios que rigen en el Norte, de modo que no se pagan ni a la mitad de como los vendían en Canarias. También combina en sus trabajos la piel de vaca con la de serpiente o con la de lagarto, con las que suele hacerse en almacenes de Madrid, Barcelona y Valencia.

Beatriz Martínez nació en Serantes, pero se hizo artesana por el mundo, habiendo ejercido la profesión durante ocho años en Canarias, aunque ahora lleva ya un tiempo en Tapia, donde cuenta con una tienda taller y organiza cada año una feria de artesanía en la que concentra a un buen número de artesanos de calidad, de esos que llevan más de veinte años dedicados a la artesanía.

Para Beatriz Martínez las ferias son esenciales para la supervivencia de los artesanos, ya que son una forma de ganar un sueldo, porque, por lo general, se contacta con gente que hace encargos. De todas formas, destaca que Tapia es un lugar adecuado para organizar ferias, al resultar un pueblo muy turístico, pero cree necesario poder contar con una carpa para los artesanos.