Navelgas (Tineo),

J. JARDÓN

Aunque no es en absoluto conocido ni se sabe si se encuentra o no catalogado, lo cierto es que los vecinos de Navelgas pueden presumir de contar con un castro, que promete deparar sorpresas si alguien se dedicase a excavarlo.

Lo poco que ha sido explorado se lo debe Navelgas a Antonio de la Cuca, que se dedicó a aflorar lo poco que existe de él después de la guerra, tratando de buscar tesoros. Era un hombre original que salía las noches de luna llena, provisto incluso de una lámpara de carburo para, según decía, encontrar un tesoro. Así es cómo empezó a excavar en el monte Trascastiechu, situado en los caseríos de Luciernas y sobre el río Troncedo. Pero Antón de la Cuca algún sentido llevaba, porque, lejos de armar un estropicio propio de los buscadores de tesoros, excavó con sentido común y con curiosidad, como sabiendo muy bien lo que hacía.

Lástima que luego surgiera un movimiento de tierra en el monte, y sus excavaciones fueran enterradas, creciendo sobre ellas una vegetación voraz que apenas permite contemplar las piedras.

Ubicación

De todas formas, hay que ser un experto para localizar el lugar donde se ubican las ruinas, salvo que uno tenga la fortuna de dar con Manolo Linares, un apasionado de todo lo que concierne a su pueblo, o con Víctor Manuel González, un vecino de Luciernas que se ofrece para llevar a la gente hasta al castro subida en un remolque que encaja en su moto de montaña.

Es de suponer que excavar el castro resultará difícil y costosísimo debido a su ubicación. Por eso no estaría de más, al menos de momento, señalizar el castro y hacer una senda peatonal que permita darlo a conocer limpiando previamente las malezas que impiden su visita.

Por otra parte, el asentamiento castreño permite un control extensísimo sobre todo el valle. El viaje termina sin saber si Antón de la Cuca, su descubridor, llegaría o no a encontrar los tesoros que con tanta ansiedad buscaba, pero al menos ha llegado a encontrar un tesoro patrimonial castreño que refuerza la tesis de que Asturias es una potencia del primer nivel en yacimientos castreños de la península Ibérica. La historia se mantiene viva desde los tiempos de la guerra y ahora sólo queda excavar el castro.