Uno de los animales que más admiro es la tortuga, que es un animal silencioso, que caza insectos indeseables. Trabaja con minuciosidad y sin aspavientos, y además, si la pisas, no chilla. Encima cuenta con una edad indefinida. La edad de las tortugas es inadivinable. Nadie sabe si tiene cinco años o cien cumplidos. La longevidad de las tortugas es tan notoria que el único que la desconocía era el general Franco. Cuentan las crónicas malintencionadas de la época la ocasión aquella en la que le regalaron una tortuga y Franco rechazó el obsequio. «¿Es que no le gustan las tortugas, excelencia? No es eso. Sí que me gustan, pero se les toma cariño y yo sufriré mucho cuando muera». Ignoraba Franco que la tortuga vivía muchos más años que cualquier humano, no sé, doscientos años o más. Claro que la historia data de los tiempos en los que algunas gentes pretendían que Franco fuera eterno, y más que llamarle inmortal, le llamaban inmorible.