V. DÍAZ PEÑAS

El Abedul (Belmonte),

Lo que muchos vecinos de la zona rural asturiana han pensado alguna vez se ha cumplido en el núcleo belmontín de El Abedul. Allí, los vecinos, cansados de encontrarse con amigos y descendientes sólo en los entierros, decidieron reunirse a comer y así evitar perder el contacto con la gente de su pueblo natal. Este domingo se reunirán por segundo año consecutivo, después de un primer encuentro que congregó a 105 vecinos. Todo un logro para un núcleo en el que apenas vive a diario una veintena de personas.

Salustiano Ray, natural de El Abedul pero residente desde hace años en Gijón, fue uno de los principales promotores de esta iniciativa y ayer explicaba los motivos que le llevaron a poner en marcha el encuentro. «Estaba cansado de ver a la gente de mi pueblo sólo en celebraciones de entierros. Es triste perder ese contacto y también es triste reunirse en los funerales, ya que es una muestra de que el pueblo se muere poco a poco. Para dar un poco de vida me puse a organizar este encuentro, que fue todo un acontecimiento», explicó Ray.

Hace años salió a comer con un familiar y se encontró con un gran grupo de personas. Eran vecinos de Fonsagrada, de la provincia gallega de Lugo, que se reunían anualmente para no perder el contacto entre ellos. «Abrí los ojos, vi que juntar a los vecinos en otro sitio que no fuera un funeral era posible y me puse manos a la obra», explicó ayer Salustiano Ray. Poco a poco la idea fue tomando forma y Ray comenzó a difundir su propuesta cuando se encontraba con algún vecino, principalmente en entierros.

Como era de esperar, los habitantes y descendientes de El Abedul no tardaron en aceptar la invitación. Se dio conocimiento a todo el mundo y a todas las familias y se fijó una fecha para el evento. El año pasado se reunieron más de cien personas en la capital del concejo y tuvo tal repercusión que ya se ha institucionalizado por los vecinos. Ahora lo harán anualmente.

Como explicó Salustiano Ray, la cita fue muy emotiva para todos. «Tuve el placer de reencontrarme con vecinos que igual hacía 40 años que no veía. Todos los asistentes quedaron encantados y no faltaron los vivas al pueblo y a la iniciativa. Salió todo perfecto», señaló ayer el belmontín mientras ultimaba la lista de invitados para la cita de este año.

Durante el encuentro también se realizó un pequeño libro del pueblo. Como señaló Salustiano Ray, se quería dejar constancia de la reunión, así que en un cuaderno se fueron apuntando los datos de las familias del pueblo y los asistentes. También se recogieron textos e imágenes del pueblo y alguna fotografía de los descendientes de El Abedul reunidos en esa ocasión. «El libro causó tanto efecto que tuvimos que realizar varias copias a los vecinos que nos lo pidieron», matizó el promotor de esta peculiar iniciativa.

La reunión del año pasado tuvo lugar en un recinto no demasiado grande, lo que obligó a los participantes a estar en dos apartados distintos. Sin embargo, este año ya se ha buscado otro emplazamiento más adecuado para que todos puedan estar juntos en torno a la misma mesa. De momento ya hay 118 personas apuntadas para una comida que tendrá lugar mañana en el concejo de Grado y que a buen seguro no será la última.

Y es que, como apuntó el belmontín, la añoranza por el lugar en el que uno nació hace posibles encuentros como éstos. Él, al igual que muchos vecinos, tuvo que abandonar El Abedul para buscarse las habichuelas. «El pueblo fue perdiendo gente, pero todos nos consideramos de aquí», explicó. Este domingo el pequeño y apartado núcleo rural recibirá un soplo de aire fresco que sabrá a vida. Unos, los mayores, relatarán sus peripecias para sobrevivir a los años más difíciles; otros, los jóvenes, se presentarán como los descendientes de un pueblo que aún late, y con fuerza, en el concejo de Belmonte.