V. DÍAZ PEÑAS

Pola de Somiedo / Valle de Lago / Villar de Vildas,

Si Carlos Gardel hubiera conocido el antes y el después del concejo de Somiedo tras la puesta en marcha del primer parque natural asturiano, con dificultad hubiera podido cantar aquello de que veinte años no es nada. En este concejo del suroccidente asturiano las dos últimas décadas han supuesto mucho. En 1988 era uno de los últimos en la lista de municipios respecto a la renta per cápita, y los jóvenes no tenían otra motivación en su vida que abandonar aquel lugar olvidado y castigado por la pobreza para abrirse camino.

Ahora, a punto de cumplirse las veinte primaveras de la declaración de parque natural, Somiedo se encuentra a la mitad de esta lista y es un referente no sólo turístico, sino también como modelo de gestión en espacios protegidos. La ganadería se ha consolidado, los negocios turísticos han proliferado y la población ve con mejores ojos un futuro que hace no mucho atisbaban con dificultad.

Sin embargo, parece muy lejano aquel año en que todo era muy diferente. Como explicaron ayer sus vecinos, entre ellos José Manuel Gómez Feito, informador juvenil desde los arranques del parque, esta declaración era lo único a lo que se podía agarrar un concejo empobrecido, perdido de la mano de Dios y desconocido por la gran mayoría de los mortales. «Somiedo estaba condenado a desaparecer. La ganadería era casi el único medio de subsistencia y los jóvenes marchaban a otros lugares para ganarse la vida. El parque frenó en seco esa sangría de población en la que estábamos sumidos», puntualiza Gómez Feito. Eran tiempos en los que familias de diez y doce miembros quedaban reducidas a un par de personas.

A finales de los años ochenta Somiedo contaba con unas 350 explotaciones ganaderas, que tenían una media de 12 vacas. El turismo era casi inexistente, salvo alguna excepción de montañeros y amantes de la naturaleza. En vez de hoteles había fondas y pensiones, pero pocas. Y la carencia de infraestructuras no auguraba un buen futuro al concejo y sus vecinos. Sólo quedaba escapar o poner en marcha un parque promovido por el Ayuntamiento y apoyado por el Principado, con un claro objetivo: la conservación natural del concejo y su desarrollo social y económico. El 10 de junio de 1988 se aprueba la declaración del espacio protegido.

Los primeros años no fueron fáciles. El de Somiedo era el primer parque natural asturiano y no había modelo en el que fijarse. Además, los vecinos pensaron en un principio que aquello sólo traería restricciones, pero una cosa estaba clara, según explica María Teresa Lana, encargada del museo, hija de hosteleros y vecina que vivió toda esta nueva transición del concejo en sus carnes: «Peor no podíamos estar». Al final la iniciativa se convirtió en un proyecto integral al que todos los vecinos se sumaron y que supuso el renacer de la zona.

Como explicó ayer el regidor somedano, Belarmino Fernández Fervienza (PSOE), el primer Plan Rector de Uso y Gestión (PRUG) del parque se activó al año siguiente gracias al amplio trabajo desarrollado por la Universidad de Oviedo sobre la zona. «Discutimos el borrador en todas las juntas vecinales, y a día de hoy el último PRUG no difiere mucho de aquel inicial. Fue todo un acierto apostar por la ganadería y las restricciones turísticas. Hoy se ven los frutos», señaló. También fue clave el plan de acción «Joven Somiedo» 1988, del que salieron multitud de actuaciones en pro del parque, la puesta en marcha del Centro de Interpretación (que hace las veces de centro vital del concejo), la visita del Príncipe para ganar prestigio y la declaración de Reserva de la Biosfera hace unos pocos años. Todo ello sin olvidar la apertura del albergue de Saliencia, que significó un impulso al desarrollo turístico desde el Ayuntamiento y que pronto fue continuado por la iniciativa privada.

Uno de los empresarios turísticos con más solera de la zona, Aurelio Lana Feito, señala que nadie se podría imaginar el cambio que supuso para el concejo un proyecto que tuvo inversiones importantes y bien destinadas. «El parque fue buenísimo para todos. Quién iba a pensar que en Somiedo daríamos trabajo a gente de lugares a los que emigramos, como Argentina», puntualiza. No es para menos. En la actualidad el concejo tiene más de 80 negocios turísticos, 1.200 plazas hoteleras, otras 400 para campistas, y es un referente nacional en lo que a gestión y desarrollo sostenible se refiere.

La riqueza botánica y faunística del concejo ha mejorado desde la puesta en marcha del parque. Hay más osos, hay más turistas (cerca de 30.000 solicitaron información en el centro el año pasado) y la ganadería ha logrado consolidarse. Ya casi nadie quiere dejar Somiedo, y los vecinos pasean orgullosos sus orígenes cuando hace veinte años, que no son nada, hacerlo era casi un desprestigio.

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