Gijón, C. JIMÉNEZ

Aprovechar el suero de las queserías asturianas para la producción de biocombustibles y mejorar la distorsión que se produce en los equipos de rayos X han sido las propuestas premiadas en el certamen «Ingeniería en positivo», organizado por el grupo de sistemas biomecánicos de la Universidad de Oviedo y patrocinado por las empresas Flúor y MBA, con el objetivo de facilitar la convergencia de la tecnología y la ingeniería en favor de la salud y un desarrollo humano sostenible. Ayoa Fernández, Carlos Cuesta y Giovanni Fernández son los autores de los dos proyectos ganadores. «Astursuero: de residuo quesero para la producción de nata, concentrado proteico y bioetanol», el proyecto de Ayoa, titulada en Ingeniería Química, presenta una alternativa para el aprovechamiento de las seroproteínas obtenidas del suero lácteo de las queserías, que se reutilizaría en la producción de biocombustibles.

Esta joven valdesana de 26 años de edad decidió iniciar esta línea de investigación tras cursar el máster de biotecnología de la Universidad. «La profesora Elena Quirós fue quien me animó. Queremos que la Administración se implique en buscar alternativas para la fabricación de bioetanol», indica. Las 70 queserías artesanales que existen en el Principado producen cada año unos 15 millones de litros de suero lácteo. Con su propuesta, el excedente de suero podría acabar sirviendo para llenar los depósitos de gasolina de los coches asturianos.

Carlos Cuesta y Giovanni Fernández, estudiantes de Ingeniería Industrial en la especialidad de diseño mecánico, de 22 años, se alzaron con el premio de biomecánica por su trabajo «Corrección de la distorsión asociada a la perspectiva cónica en radiografías médicas». Plantean un nuevo método para mejorar la precisión de las imágenes de los equipos de rayos X. «Se trata de un método simple y rápido que asegura una gran precisión para trabajar en el diseño de prótesis», explica Giovanni. Su compañero, distinguido con el premio al mejor expediente de cuarto curso de Ingeniería, asegura que la idea se gestó en un curso de introducción al diseño de sistemas biomecánicos, un campo en el que no se hace notar especialmente la crisis. «Un coche es un bien de lujo, pero el diseño de una prótesis para caminar es una cuestión de primera necesidad», subrayan. La aplicación de su método sería de gran ayuda en la planificación quirúrgica. Ambos estudiantes colaboran con el grupo de sistemas biomecánicos de la Universidad.