Cudillero, E. PELÁEZ

El censo de pixuetos sigue creciendo. Aunque no tenga su reflejo en las estadísticas demográficas, cada año en el transcurso de las fiestas en honor a San Pedro, San Pablo y San Pablín aumentan los «residentes» en Cudillero. No hace falta tener casa en la villa para convertirse en un «pixueto festero», sólo disfrutar de las actividades organizadas para estos días y acompañar a la agrupación musical, al maestro de ceremonias, Sergio González Ondina, y a la comisión de festejos por las estrechas y empinadas callejuelas del anfiteatro. El destino es la Fuenti´l Cantu, que es el escenario año tras año de uno de los actos centrales de las fiestas, el bautizo pixueto.

Muchos son los que se apuntan cada año y participan en una tradición en la que todos salen mojados. Sergio González Ondina, presidente de la asociación cultural Avante Cuideiru, abre el camino de la comitiva con su traje de mahón, como el que lleva cada 29 de junio cuando se sube al barco en La Ribera el recitador de L´Amuravela, Cesáreo Marqués, y el remo.

Una vez llegan a la fuente, la música desaparece. Todos aquellos que participarán en el bautizo pixueto se concentran. Se agarran al remo que portaba González Ondina y éste les explica que van a convertirse en pixuetos festeros. Antes de iniciar la ceremonia les hace dos preguntas, que responden al unísono. «¿Quiás ser pixuatu?» es la primera, a la que responden: «Si, quiaru». La segunda es «¿Tás dispuastu a compórtate co´la dinidá que i correspondi a tal catiguria?», a lo que todos contestan: «Sí, toilo».

A continuación, los miembros de la comisión de fiestas llaman uno a uno a todos los participantes, que se acercan a la fuente. El recipiente en el que los pescadores llevaban la comida a la mar es el único instrumento utilizado para el «bautizo». Se llena de agua y se vierte sobre la cabeza de los nuevos «pixuetos festeros», que ayer, en una tarde de calor, agradecieron la temperatura.

Rubén Fernández Alonso fue el más joven de los presentes y sin duda el que portaba la vestimenta más adecuada, a juego con la del maestro de ceremonias. Rubén tiene catorce meses, es de Pravia, y compartió con su madre el «bautizo» mientras su padre, de Cudillero, inmortalizó el momento con su cámara. También pasaron por la fuente el matrimonio formado por Carmen Villar y Luis Enrique Rodríguez, naturales de Infiesto, que disfrutaron por primera vez de las fiestas de Cudillero.