Boal, Raquel L. MURIAS

Boal casi se ha resignado a quedarse sin su tan ansiado polígono industrial. Más de una década llevan los habitantes de este pequeño concejo del Occidente escuchando el «run, run» de la construcción de un área industrial, pero el proyecto no hace más que enquistarse y el resultado es cada vez menos prometedor, ya que varios empresarios, que no eran más que un puñado desde un principio, cansados de esperar por esta zona de expansión han llevado sus empresas a otros concejos. El foco que ha absorbido a los desencantados de Boal ha sido el polígono industrial de Río Pinto, en el concejo de Coaña.

Mientras el Ayuntamiento boalés sigue asegurando que está a la espera de una respuesta de la Consejería para iniciar las obras, el área de Llaviada, a escasos metros de la capital del concejo, continúa siendo pasto para el ganado y poco más; ni una máquina remueve la tierra para construir lo que para muchos es la última esperanza de salir adelante en desarrollo industrial.

El concejo de Boal no dispone de tejido empresarial, las pocas empresas que hay son negocios familiares establecidos en naves o en locales de la villa. Pero el problema es que los que quieren crecer y apostar por el desarrollo de sus empresas no pueden porque no disponen de un área donde ubicarse. El proyecto del área industrial de Llaviada se anunció a bombo y platillo en las dos últimas campañas electorales. Según el gobierno local se pondrán en venta 21.000 metros cuadrados de suelo industrial en una primera fase y 22.000 más si se logran ocupar todas las parcelas de la primera actuación. Lo que se desecha es la idea de alquilar las parcelas. Hace un año el alcalde de la localidad, José Antonio Barrientos, aseguraba en declaraciones a este periódico que ya había recibido varias solicitudes de empresas interesadas en asentarse en este polígono, tanto locales como de fuera de las fronteras del concejo. Y es que el enclave del polígono resulta atractivo para los empresarios, ya que el área de Llaviada se encuentra ubicada en el centro del Valle del Navia, a 25 kilómetros de Navia y a 45 de Grandas de Salime.

Pero parece que la intención no es suficiente. A pesar de los anuncios de inicio de las obras, todo sigue parado. Mientras tanto, Coaña crece y crece, absorbiendo a los empresarios que buscaron sitio para establecerse en Boal e incluso en Navia, donde también falta suelo industrial. De momento, el Ayuntamiento ha vuelto a insistir al Principado para intentar que las obras se inicien lo antes posible y en marzo de este año se envió una solicitud al Gobierno regional para que sea Sogepsa la que desarrolle este proyecto. Uno de los últimos cartuchos en los que confían los boaleses, que han visto cómo en los últimos cuarenta años descendía el censo de población a la mitad, cerraba su mina de wolframio y se abandonaban muchas explotaciones ganaderas.