Está visto que las villas con más vitalidad son las que más padecen la ola de gamberrismo. Después de un tiempo en que era Navia la que sufría los efectos, ahora estamos viendo cómo son los comerciantes de Cangas quienes tienen que soportar unos hechos parecidos. Asustados y sorprendidos, los cangueses se enfrentan cada fin de semana con la nueva fórmula de diversión basada en el vandalismo y en los desórdenes de la noche anterior, obra de jóvenes que huyen pero no se ocultan y de unos testigos que se estremecen pero no se atreven a denunciar a estos miserables gamberros, porque no cabe duda de que sus actos tienen que ser vistos por alguien, a no ser que se trate de otros gamberros. Ante la aceleración del desorden, los vecinos se preguntan cuál va a ser la respuesta inaplazable de las autoridades ante esta inesperada orgía de alcohol y actos vandálicos que se producen en las calles. Se hace necesaria vigilancia nocturna.