Luarca,

Juan Antonio Martínez Losada es cronista oficial del concejo de Valdés e hijo de una de las poetisas más renombradas del occidente asturiano, Nené Losada. Gran amante del arte, defiende los valores que ya sostuvo su madre y pide más dinamismo cultural para la villa blanca de la Costa Verde, la capital del concejo de su nacimiento, vida y ahora, obra. Un movimiento que podría generar riqueza en su querida Luarca a través del turismo.

-¿Volvería aceptar el reto de ser cronista oficial?

-Cuando me lo propusieron me asusté porque es una gran responsabilidad. Pero ser cronista es una gran satisfacción y además, mi elección fue respaldada por unanimidad. Si un grupo político se hubiera opuesto, no lo hubiera aceptado.

-¿Cómo vive su trabajo?

-De momento he publicado dos libros, pero la labor del cronista oficial de Valdés es muy oscura. Muchos piensan que tenía que ser un periodista más, pero un cronista lo que hace es buscar e investigar. La gente se pone en contacto conmigo o con el Ayuntamiento para averiguar algo sobre el concejo o sobre alguien. Tienes que indagar y en algunos casos, solucionas la duda, pero en otros no. Y este municipio tienen un problema, que no hay mucho escrito sobre él.

-¿Alguna anécdota?

-Escribí un libro sobre las capillas del concejo y catalogué 97. Fue un trabajo de investigación muy agradecido porque recorrimos el concejo y conocimos a mucha gente amable. Lo bueno es que después de la publicación del libro, siete de ellas se restauraron. La gente no tiene en cuenta el patrimonio que tenemos y no se para a ver los detalles de, por ejemplo, nuestros edificios. También escribí una guía sobre Luarca, en principio dirigida para turistas, y la sorpresa fue que acabó en manos de los habitantes de la villa, porque querían tener ese recuerdo.

-¿Qué es lo que diferencia al patrimonio arquitectónico del Occidente?

-La estructura de la casa del Occidente es singular y un patrimonio muy interesante. En Luarca, a pesar de las barbaridades que se hicieron en los años sesenta, con edificios de seis u ocho pisos de altura, todavía hay mucha riqueza patrimonial. La casa de la Plaza era una casona que fue Ayuntamiento y cárcel. Pero se derribó con el fin de construir una casa de viviendas para empleados del Ayuntamiento. Fue un hito en su momento e incluso los pintores hicieron protestas contra esos edificios altos que rompían la estética de las casas con galerías tan bonitas. Fue el primer monstruo de las galletas.

-¿Se perdió identidad?

-Sí, pero Luarca conserva un riquísimo patrimonio arquitectónico y es una de las villas del Occidente con casonas singulares. Navia tiene algunas interesantes, pero menos. La concentración por metro cuadrado de arquitectura de indianos en Luarca y alrededores no tiene comparación y sólo se asemejan algo Pravia, Ribadesella y Llanes.

-¿Podría convertirse en un buen reclamo turístico?

-Yo creo que sí. Está poco explotado. Sería interesante hacer rutas y explicar la historia de Luarca a través de su patrimonio.

-¿Existe esta demanda cultural?

-Cada vez hay más turismo rural que viene a la villa y pregunta qué puede ver en Luarca. Y tienes que proponerles algo. Cuanto más oferta tengan, mejor. Y hoy por hoy, está todo por hacer: el museo de Severo Ochoa, el del Calamar Gigante, el centro de interpretación del cine Goya y la Casa de las Ciencias. La gente te pregunta qué se puede hacer en Luarca.

-¿Alguna propuesta?

-En primer lugar, hay que tener presente que el turismo no viene al Occidente sólo por la playa. Gracias al Certamen de Arte de Luarca el Ayuntamiento de Valdés tiene un patrimonio interesantísimo, pero no se puede ver. La colección pictórica del Ayuntamiento reúne más de 200 cuadros de notable calidad en conjunto y no está expuesta. Sólo hay una parte colgada en la Casa de Cultura. Pues, como ejemplo, creo que sería interesante hacer una pinacoteca con estas obras. Tendría que ser un local idóneo y el problema de Luarca es que las cosas se hacen en Villar; para que se convierta en reclamo turístico tiene que hacerse en Luarca.

-¿Ha sido lo suficientemente reconocida su madre, la poetisa Nené Losada?

-Ha habido muchos recuerdos y homenajes, y en este sentido tengo que decir que en los últimos tiempos se han recuperado muchas figuras de Valdés como la de Gil Parrondo, que la gente ya no lo relacionaba con Luarca. Con Nené Losada no pasa esto, y su reconocimiento al principio fue local, pero me provocó impacto su repercusión en Oviedo, Gijón y las Cuencas Mineras. A sus recitales acudían chicos jóvenes. Algo muy emocionante.

-¿Cómo recuerda a su madre?

-Escribiendo. Sacaba horas de donde no había para poder hacerlo. Además, era muy manitas y hacía de todo: cajas, mesitas, flores con plumas, encuadernaba... Fue muy activa. Incluso pintaba y lo hacía muy bien. Yo recuerdo que pasaba sus poemas a máquina hasta que apareció el ordenador. Cuando imprimía alguno de sus poemas, ella solía decir: «¡Milagro!».

-Fue una referencia para la cultura asturiana.

-Se convirtió en un icono porque era la única poetisa del Occidente desde el Padre Galo.Y se convirtió en un referente para la zona comprendida entre el Nalón y el Navia.

-¿Qué opinaba del enfrentamiento que existe entre fala y gallego?

-Defendía que no se perdiera el patrimonio porque enriquecía culturalmente. No proponía imponer una lengua, sino que no se perdiera lo nuestro. Ahora la fala no se conoce ni en los pueblos y es una pena que no se preserve. Mi madre decía que era más suave el asturiano que el castellano, que era más suave decir fueya que hoja.

Perfil:

El cronista oficial del concejo de Valdés es un gran aventurero. Su primera experiencia viajera fue a los 23 años, cuando recorrió con un amigo y en un Simca 1000 parte de Europa. Estuvo dos meses fuera. «Casi todo el verano», recuerda. Pasea a diario, pero «casi» obligado y por prescripción médica. También es un gran coleccionista y dice que heredó su pasión por el arte de su madre, la poetisa Nené Losada. A los cuatro años, y durante un tiempo que vivió junto a sus padres en Madrid, visitaba con ella y cada domingo el Museo del Prado. De hecho, sigue haciéndolo cada vez que viaja a la capital.