Escritora, natural de San Tirso de Abres

San Tirso de Abres,

T. CASCUDO

La escritora santirseña Aurora García Rivas está de doble enhorabuena. La primera razón es que acaba de ver la luz la traducción al portugués de su libro «Contos, ducia e media d'eles», en lo que constituye la primera versión de un libro publicado en gallego-asturiano a una lengua extranjera. La segunda razón es la inminente presentación (el día 20, en San Tirso) de su primera novela, «As razóis d'Anxélica», que, además, es la primera que se publica en la lengua del Navia-Eo. LA NUEVA ESPAÑA ha hablado con ella para conocer su estado de ánimo ante esta situación, que refleja la buena salud de la literatura en la lengua más occidental de Asturias.

-Primer libro traducido al portugués ¿satisfecha?

-Me alegra muchísimo porque, además, fue un proyecto del editor Daniel Gouveia, que también es traductor. El libro le llamó la atención porque le pareció que estaba escrito en una lengua muy parecida al portugués, me telefoneó y nos pusimos a trabajar.

-La edición es bilingüe, lo que permite dar a conocer el gallego-asturiano en Portugal...

-El resultado es muy curioso porque el portugués se lee casi igual que el gallego-asturiano, hay párrafos que casi no cambian. Por algo son lenguas hermanas. Creo que esta edición será especialmente interesante para quien estudia Filología, porque le permitirá analizar la evolución de las lenguas.

-El libro se publicó aquí en el año 2006, ¿esperaba este éxito?

-Para nada, pero ha funcionado muy bien y se ha vendido muchísimo. Nació con suerte. Es un libro de cuentos, dieciocho, todos ellos inventados menos uno, que está recogido de la tradición oral.

-Esta traducción abre una puerta muy interesante a los escritores de la zona?

-Espero que sea el primer libro que se traduzca, no el último. Y, además, espero que se pueda traducir a más lenguas, como el francés. Confío en que anime a otros escritores a moverse y a escribir.

-¿Cómo fue el trabajo con el editor?

-Fue un trabajo duro y, a la vez, muy divertido, hubo muchas anécdotas. Lo principal es que Gouveia captó perfectamente el sentimiento y el tono, que es lo difícil y lo importante. Está muy bien traducido y estoy encantada de haberle dado al libro proyección internacional.

-El libro, ¿puede ser un símbolo que lleve a la reconciliación de las lenguas y que sirva de ejemplo para el gallego y el asturiano?

-No entiendo por qué dos lenguas tienen que ser enemigas. Los problemas son inventados por los políticos porque quien manda en este asunto es la gente y nunca he visto a nadie enfrentado por esto. Es algo que no me interesa nada porque ni me va ni me viene, son cosas de políticos que ellos deben resolver.

-Pasando a su novela, queda poco para que vea la luz?

-En cuestión de días. Me costó mucho escribirla porque, aunque es intimista, tiene mucha investigación detrás. Tuve que escaparme de la poesía, que es lo mío, y buscar una perspectiva diferente. Han sido dos años de trabajo duro.

-¿Qué ha descubierto?

-He descubierto que la novela me abre un campo muy amplio y me sentí muy a gusto. He escrito con una técnica más austera, realmente me apetecía investigar el lenguaje de otra manera.

-¿Dónde está ambientada?

-El meollo está lejos, en la República Democrática del Congo. Es un contraste, habla de gente que tiene raíces aquí y que, después, vuelve. Tiene un planteamiento social, habla de temas como la guerra de minerales, las guerrillas? hasta de la matanza de Ruanda. Está en la línea de películas como «Diamantes de sangre» y «El jardinero fiel». Son problemas que están lejos pero que me interesan y creo que también aquí debe hablarse de ellos.

-Así que la entenderá igual un sevillano que un asturiano, ¿no?

-Sí, pero las lenguas tienen una personalidad. Los giros que en gallego-asturiano suenan bien, en castellano pueden ser una cursilería. Estoy intentando traducirla al castellano y me está resultando difícil hasta a mí, que soy la autora. Tengo esperanzas de que, en un futuro, sea posible traducir la novela también al portugués.