Boal, A. M. SERRANO

«Nos están quitando los servicios básicos». Son las palabras de Dena Cowen, madre de dos alumnos del Instituto «Carlos Bousoño» de Boal, afincada en el pueblo boalés de Piñeira desde hace años y que estos días se ha visto sorprendida por la decisión de la Consejería de Educación de suprimir el Bachillerato en el centro y enviar a los alumnos al Instituto de Navia.

Ella eligió este lugar de residencia, llegada de la sierra madrileña, «precisamente porque mis hijos tenían un centro educativo cerca». Ahora, sus planes de vida pueden cambiar. «Mi hija cursa segundo de ESO y ya me ha dicho que no quiere ir a Navia todos los días porque es mucho trayecto», explica.

Cuenta Dena Cowen que el desplazamiento desde Boal a la villa naviega es «muy largo» si se tienen en cuenta las caracterísiticas de la carretera (los alcaldes de la cuenca del Navia piden la mejora de la AS-22 desde hace años), algo que el Principado no ha valorado. «Los niños tardan 45 minutos en ir y otros tantos en volver para ir a su Instituto y eso no parece mucho», comenta. Dena Cowen se aferra a mantener la calidad de vida en una comarca, a su juicio, «deprimida. Podría crecer, pero si nos quitan, poco a poco, todos los servicios no lo hará», explica.

De nacionalidad norteamericana, Dena Cowen eligió el concejo de Boal para vivir por su tranquilidad, pero «nunca imaginé que tendría problemas con la educacación de mis hijos. Y es triste que esto suceda porque la gente que tenía pensado fijar aquí su residencia, como lo hice yo en su día, no lo hará». En su caso, si, finalmente, el Bachillerato no se imparte en Boal, tiene claro que su hija tendrá que irse a una ciudad. «Por lo menos tendrá las mismas oportunidades que los demás», considera.

Guadalupe Fernández, vecina de Illano, es del mismo parecer. Con tres hijos de 13, 6 y 5 años, tiene claro que abandonará su residencia en el concejo en caso de que la medida planteada por Educación se lleve a cabo. «Es injusto», afirma. «Deberían ver cómo están las carreteras aquí, cómo se vive en el pueblo y, después, decidir», indica. «Seguro que se lo pensarían más».

Guadalupe Fernández es ama de casa y, de lunes a viernes, se desplaza a diario desde su hogar a la casa de sus padres, en Doiras, «precisamente para evitarles un madrugón a los niños. Si, finalmente, tienen que ir a Navia, la única alternativa que nos dejan es irnos a Oviedo», explica. «Es lo que tendrá que hacer la mayor parte de las familias con hijos. En Doiras sólo hay cinco niños en edad escolar y, a este paso, se irán todos», concluye.

Para Guadalupe Fernández, suprimir el Bachillerato en el centro boalés es una señal más del abandona del medio rural por parte de las instituciones. «Dicen que invierten mucho, pero saben que en los pueblos se acabó con la ganadería y la agricultura y ahora nos preguntamos qué pasa con la educación. Por vivir en un entorno rural, con menos población, ¿tenemos otras necesidades?». Todas las familias con escolares de Boal e Illano se preguntan lo mismo y todas rechazan la medida del Principado.