Boal/ Castropol,

T. CASCUDO

En Boal no hay edad para ayudar en los preparativos del Corpus Christi. Están desde niños de 5 años a una señora de 94 que siempre que puede se acerca a la nave donde se orquesta la celebración para echar una mano. La asociación «Forum Boal 3000» lleva poco tiempo haciéndose cargo de los preparativos, asumiendo el resurgir de una fiesta que iniciaron de forma espontánea los vecinos hace unos seis años. En el Occidente tienen buenos maestros a quienes seguir la huella. No en vano en Castropol la asociación «El Pampillo» acumula 25 años de experiencia en la celebración de una fiesta considerada de Interés Turístico Regional por su vistosidad y relevancia. Unos y otros apuran estos días los últimos detalles para que mañana las calles luzcan hermosas en una de las fiestas más vistosas de la comarca.

Explica Amparo Díaz, presidenta de la asociación boalesa, que la tradición floral es ancestral en el concejo, aunque hubo unos años que perdió fuerza y decayó. El resurgir ha llenado de ilusión a los vecinos que han pasado de decorar 20 a casi 400 metros de calle. Mañana podrán verse sus trabajos en la plaza de la iglesia, la plaza del Ayuntamiento y toda la Avenida de Asturias, es decir, todo el corazón de la villa lucirá colorido. Díaz avisa además que este año habrá sorpresas: «Hay que hacer siempre algo nuevo y creo que este año los dibujos sorprenderán a la gente». La misa será al mediodía, y a continuación comenzará la procesión.

En Castropol, «El Pampillo» también aventura novedades y desvelan alguna que otra pista. «Este año tendrá protagonismo el Xacobeo, al ser año santo decidimos que destacara», explica Mari Cruz Santamarina. Para conocer el resto de sorpresas no queda más remedio que recorrer mañana las calles más céntricas de la villa castropolense. La misa está prevista para la una; después, la procesión recorrerá todas las calles engalanadas.

No se puede olvidar que tras la vistosidad del día de Corpus hay cientos de horas de trabajo. Lo primero, cuentan en Boal, fue teñir los serrines y las borras de café que reunieron recorriendo los bares del pueblo. Disponen de dieciocho colores diferentes y unos cuatrocientos kilos de material, aproximadamente. Tras el tinte de los materiales más resistentes se inició el trabajo con el más perecedero: las flores. En Boal suelen guardarlo en los bajos de la iglesia donde el frescor ayuda a que no se echen a perder los pétalos. Cuentan entre 100 y 150 cajas de flores. Por su parte, el secreto de los castropolenses -más expertos en la materia- pasa por guardar las flores en la nevera, correctamente envasadas en bolsas de plástico.

Hoy ambas villas vivirán los preparativos más intensos ya que durante toda la jornada se sucederá el trabajo en la calle. Y mañana, en la madrugada, comenzarán a montar las alfombras. En Boal restan importancia a la faena ya que, precisan, «lo pasamos muy bien». Destacan también la confraternidad que se crea con todo el pueblo volcado: «Quien no coloca flores, prepara café o trae bollos o bizcocho de comer, es muy bonito», explica Amparo. Los boaleses quieren además que las alfombran luzcan todo el domingo y tras la procesión se reúnen para retocarlas.

Explica Ovidio Vila, de «El Pampillo», que este año la tarea de recoger flores ha sido gratificante ya que gracias a las lluvias la primavera ha sido florida. «Sólo nos ha faltado la hortensia, que este año va tarde, por lo demás no hay queja». Su agrupación es conocida por toda la comarca y parte de Galicia y son muchos los puntos a los que se desplazan para recoger flores. No en vano llenan de alfombras más de 500 metros de calles.

Todos mirarán hoy al cielo confiando que mañana luzca el sol y sus alfombras, más que nunca.