Empresario cárnico de Villayón, galardonado con la XVII «Langosta de oro»

Navia/ Villayón,

T. CASCUDO

Ramiro Jaquete es la imagen de un empresario hecho a sí mismo. A sus 78 años se emociona al recordar sus inicios en Madrid, ciudad a la que se marchó con diecisiete años dejando atrás su pueblo natal de Masenga, en Villayón. Paso a paso y con muchas horas de trabajo invertidas se ha convertido en el dueño de un grupo empresarial, Ramiro Jaquete S. A., vinculado al sector cárnico y que emplea a más de 2.800 personas. Ayer noche, sus éxitos fueron reconocidos en su tierra, pues tenía previsto recoger en Navia el premio «Langosta de oro», galardón que creó hace diecisiete años el hostelero Pepe Santiago y que premia a los empresarios de Occidente.

-¿Satisfecho con el galardón?

-Yo considero que no me merezco tanto y lo agradezco mucho. Siendo un premio de la tierra donde yo nací tiene más valor que en ningún otro sitio. En mi vida he procurado no hacer daño a nadie. Si he podido hacer un favor lo he hecho y ese es mi lema, así empecé y así voy a morir.

-A pesar de la distancia nunca ha olvidado su tierra...

-Me marché a los diecisiete años a Madrid, empecé de cero y hemos hecho una empresa. Estoy a gusto allí, pero me sigue tirando mucho Asturias, es la tierra donde yo nací y la llevo siempre conmigo. Por las circunstancias me tuve que ir porque éramos nueve hermanos y aquello no era vida.

-¿Cómo fueron sus inicios en Madrid?

-Empecé a trabajar en una casquería propiedad de la familia. Trabajaba sin sueldo porque era cosa de la familia. Así estuve siete años, luego hice una ampliación porque aquello era muy pequeñito. Entonces empecé a dedicarme a reparto de restaurantes, hoteles en la distribución de carne. Ahora ya abarcamos más y servimos de todo, verduras, carne, pescado, pollos? También ofrecemos servicios de limpieza y de catering.

-¿Ha notado la crisis?

-Repercute un poco, pero no mucho, porque yo me he dedicado siempre a centros oficiales, por ejemplo somos proveedores del Ejército. Al principio era sólo proveedor de materia prima y después, cuando la mili dejó de ser obligatoria, incorporé el catering y la limpieza. De momento, estoy contento y no lo hemos notado una barbaridad.

-¿Cuál es la clave del éxito?

-El trabajo. Yo me levanto todos los días a las cinco de la mañana y no pienso en jubilarme. No estoy para levantarme y tirarme al sofá; me gusta estar activo.

-¿Tiene perspectivas para ampliar su presencia empresarial en Asturias?

-Aquí llevamos el acuartelamiento de Cabo Noval y alguna otra cosa, pero sí, queremos potenciar el trabajo en Asturias y estamos entrando cada vez más.

-¿Entre sus planes podría estar hacerse con la gestión del matadero de Jarrio?

-Estamos en ello. Hay interés porque nosotros no tendríamos problema para la distribución de la carne. Podemos darle trabajo al matadero, darle salida a la carne. Damos de lunes a jueves de 25.000 a 30.000 comidas diarias, así que tenemos mucho consumo de carne y creo que podríamos llevarlo.

-¿En qué podría mejorarlo?

-Faltan cosas, pero aún no está todo claro. Sé donde está el matadero y todos los meses sacrificamos ganado de nuestra finca de El Segredal. Como aquí no hay salida para esa cantidad de carne nos la llevamos para venderla fuera. Al matadero podríamos darle bastante vida.

-¿Ha iniciado algún tipo de negociación?

-Se habló algo pero no hay nada en concreto.

-No obstante, el macelo está a punto de salir a concurso de nuevo, ¿se presentará?

-Eso seguro.

-Habla de su finca de El Segredal, ¿por qué decidió invertir en Villayón?

-Yo ese terreno lo conocía porque linda estrictamente con la propiedad de mis padres y pude comprarlo en 2005. Son 200 hectáreas y pasamos de 20 a unas 200 cabezas de ganado. Ahora mismo tenemos a dos personas fijas al cuidado de la finca.

-¿Planes de crecimiento?

-Sí, podemos llegar hasta las 500 ó 600 cabezas de ganado porque hay mucho pasto, mucho manantial. Hay tierra negra y da mucha hierba. Además, estamos mejorando los animales y por eso todas las novillas que reúnen las condiciones y tienen buena presencia no las quedamos, no las sacrificamos.

-El campo está pasando un mal momento.

-El campo no da mucho dinero porque hay mucho gasto. Las ventas están mal y ahora mismo la ganadería está pasando por un momento bastante malo. Antes en cualquier momento podías venderlo todo y le sacabas un dinero, ahora está más difícil. No obstante nosotros tenemos ventaja porque lo tenemos vendido.

-¿Y los precios?

-Son muy normalitos, demasiado normales para el ganadero. Debería pagarse más .

-¿Cómo se ve el Occidente desde la lejanía?

-Ha mejorado. Cuando yo nací no había luz, ni televisión, ni calefacción, ni carreteras. En mi pueblo no había nada. Cuando marché no sabía ni lo que era el tren.