Cangas del Narcea,

Pepe RODRÍGUEZ

Las vías de transmisión generacional de la tradición se extinguirán en breve, así que «se hace urgente desarrollar nuevas estrategias para salvaguardar estas piezas lúdicas». Fue la principal conclusión del primer congreso de bolos vaqueiros celebrado durante el fin de semana de Cangas del Narcea.

Los debates, bajo el lema «bolos, tradición, cultura y patrimonio de los pueblos», resaltaron la importancia de los juegos tradicionales y la necesidad de mantener y perpetuar estas actividades como parte de la esencia cultural de los pueblos de la zona. Como guinda al congreso, uno de los máximos especialistas en la materia de los juegos tradicionales, Fernando Maestro, director del Museo de Juegos Tradicionales de Campo, Huesca, se acercó al Instituto de Cangas y a la escuela de Bimeda a enseñarles a los más jóvenes los juegos que practicaban sus abuelos.

Los especialistas asistentes al congreso subrayaron que los juegos, por su alto valor social y educativo, «han de acompañarse de cursos generalistas y para el profesorado y de más medios de inclusión tanto en la enseñanza formal como en actividades de tipo lúdico-cultural». Las modalidades federadas, por su parte, solicitaron un mayor apoyo de las instituciones públicas y de los medios de comunicación, mientras hacían una reflexión interna para no despegarse de aquello que marca la tradición en boca de los informantes, jugadores de siempre que ya jugaban a los bolos mucho antes del actual fenómeno deportivo.

Fernando Maestro reconoció que «es un caso espectacular el del bolo vaqueiro, que en pleno siglo XXI ha sabido, gracias a la labor de esta gente de Cangas, recuperarse, conseguir que cada vez juegue más gente, cada vez haya más boleras. Necesitan el apoyo de todas las instituciones porque su trabajo es encomiable, y de un rigor admirable, que es algo muy importante».

Por otra parte, Maestro disfrutó con los alumnos con los que estuvo, en especial con los del colegio rural agrupado (CRA) de Naviego, con los que estuvo jugando a juegos tradicionales. «Venir a la montaña, a la zona rural, ver a estos chicos y chicas... esto no es enseñar, esto es aprender. La educación que da el entorno, que desgraciadamente se ha perdido en las ciudades, hace que estén mucho más atentos, que lo capten todo al vuelo, que estén más interesados, y porque les interesa saber a que jugaban sus abuelos», aclara Maestro.