Demasiado tarde para que los castropolenses se den cuenta del estropicio que se construyó en la finca del palacio de Santa Cruz, un palacio del siglo XVIII y situado sobre la ría del Eo, dominándola en toda su amplitud. No parece posible que se haya permitido la construcción de un edificio de dieciocho viviendas privando a los que se asomen al parque de la villa de una panorámica excepcional sobre la ría. Además, el parque de la finca se ha visto privado de un número de árboles, entre ellos magnolios centenarios. No me extraña en absoluto que Amigos de Castropol y su concejo tengan intención de interponer acciones legales contra la licencia que el ayuntamiento concedió a la promotora tratando de esa forma de frenar los desmanes urbanísticos que puedan darse en el futuro. Es precisamente esa protección de Castropol lo que le ha valido mantenerse intacta, y de ahí que haya sido declarado bien de interés cultural.